Tres himnos en el corazón : Como se trata del Rayo Vallecano, el padre y el hijo
que suelen sentarse a mi izquierda en el Bernabéu les han cedido sus abonos a
la mujer y a la hermana. Antes del partido, la madre canta cada uno de los
himnos del Madrid que suenan en el estadio como si fuera el oficial. Yo ando
indeciso entre ellos, sin saber a cuál entregarme porque el nuevo todavía huele
a pintura, el clásico, a blanco y negro, y el intermedio me parece que supo
desde el principio que sería un himno de transición. Admiro la fe de mi compañera y se lo digo. Ella responde que así se divierte. A veces en
el campo se busca, más que juego, a personas así, que vuelcan la energía que
han acumulado en los partidos que no han venido y que a los habituales nos
falta. La jornada se da bien. El Madrid gana cinco a uno al Rayo y me alegro
por las dos : espero que lleguen a casa y dejen esos goles encima de la mesa de
la cocina como el que abre un paño para mostrar las setas codiciadas que han encontrado
en la parte del bosque por la que nadie se había interesado.
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