Según procedimiento : Ajeno a los espectáculos del festival de teatro
callejero, un hombre mayor lee el periódico el domingo por la mañana en la
calle, junto a una mesa con un café cortado. A las doce, en la Plaza Mayor, que
está al lado, Vincent Warrin, acompañado por la música de un violonchelo, ha
demostrado lo que se puede hacer con una bicicleta BMX en continuo movimiento a
pesar de no tener cadena. Se podía ver cómo las gotas de sudor caían de su cara
por el esfuerzo de que todo pareciera muy sencillo. Warrin nos ha contado cuál
ha sido su historia con la bicicleta desde que empezó a ensayar con ella a los
catorce años. En los cuarenta minutos que ha durado el espectáculo, la
bicicleta ha adquirido personalidad, pasando por varios estados de humor,
dominando y siendo dominada, sometiendo y siendo sometida. La narración ha sido
tensa, como las cuerdas de un violonchelo, para que cada matiz provocara
también una nota. El lector lo tenía a unos pocos metros, gratis, pero es de los
que viven con el día de retraso de los periódicos.
domingo, 31 de mayo de 2015
sábado, 30 de mayo de 2015
Críticos con correa
Críticos con correa : El recorrido perfecto del cinéfilo con sus perros
incluye el paseo por Martín de los Heros a primera hora de la mañana, sin
gente, para que los perros caminen junto a los carteles con los estrenos de las
películas de los Golem o los Renoir. Solo es cuestión de paciencia y de
entrenamiento que los perros, ya adiestrados, puedan fijarse en los títulos,
los directores y los actores y decidan dejar su opinión sobre determinada película mientras el dueño va sacándose la bolsa de plástico
del bolsillo. En muchas ocasiones habría agradecido tener unos perros así.
viernes, 29 de mayo de 2015
A cualquier cosa la llaman fiesta
A cualquier cosa la llaman fiesta : Dirán los ancianos que con esta oferta de helados
también malcriamos a nuestros hijos, que en su época solo había un sabor, a hielo,
y que gracias a asuntos así ellos han salido firmes y sin tonterías, igual
que el horizonte en Albacete. De eso doy fe porque, como resultado, a cualquier
cosa la llaman fiesta, pero entre las dos infancias yo me quedo con la de
Daniel, que incluye a una dependienta esperando con la cuchara para helados en
la mano mientras él se decide. El ritmo de producción de los de I+D+i es tan
salvaje que los de marketing, incapaces de seguirlos, todavía no le han puesto
nombre a algunos helados expuestos. Daniel elige un sabor y después otro con
cuidado, como si su decisión fuera un pájaro que pudiera salir volando. Yo
tampoco hago ruido. Y la dependienta, experta, asiente con la cabeza y va
formando las bolas con pequeñas olas que se van cerrando sobre sí mismas en un
goloso silencio.
jueves, 28 de mayo de 2015
Todos los testigos han volado
Todos los testigos han volado : Al pie
del árbol alguien ha vertido lo que parece pintura blanca. Podría verse como un
ejemplo de vandalismo o como el resultado de un impulso creativo que, sirviéndose
de las raíces, buscara teñir las hojas del árbol. Al fin y al cabo, el árbol se
encuentra enfrente de una peluquería creativa, donde los peluqueros llevan
tatuados los modelos que puedes elegir para tu corte de pelo, y una tienda de
pinturas con un dependiente que fuma sin dejar de observarlo todo, como si del
sótano de su tienda se estuviera haciendo un túnel hacia el Banco de España.
Las que, con plena autoridad,
podrían sentirse molestas con este acto son las palomas, pero ellas, que lo
deben haber visto todo desde las ramas, han jugado a la confusión. Sus huellas
están por todas partes, sin señalar a la tienda de ningún sospechoso. Cada
pisada blanca es una broma, un despiste, una respuesta absurda a cualquier
interrogatorio. ¿Quién no querría ver un árbol con hojas blancas?
miércoles, 27 de mayo de 2015
Sin tiempo para calentar
Sin tiempo para calentar : A la columna
de Leila Guerriero de hoy hay que llegar: salir un poco antes de casa, caminar
a buen paso hasta el metro y después hasta esta cafetería, coger El País antes
de pedir el cortado, pagarlo, agarrar el pequeño vaso de cartón por el borde
superior para no quemarse, añadir el sobre de azúcar
y la cuchara de plástico, y sentarse en la mesa de las sillas altas, tiene que
ser en la mesa de las sillas altas.
Otra opción es que la columna
llegue a ti navegando sin prisas por Internet y que la leas después de hacer
click. Son las mismas palabras dispuestas en el mismo orden con idéntico
título, pero el texto es diferente y el efecto rebajado. En la
mesa de las sillas altas, la columna todavía se agita con fuerza como un pez en la cubierta luchando por seguir vivo. Desde fuera,
parece que nada sucede, que aquí hay alguien tomándose un café mientras lee esa
última columna con prisa porque ya casi son las nueve. Desde dentro, ese golpe
fuerte que se recibe cuando el escritor no se ha concedido ni una sola palabra
para calentar.
martes, 26 de mayo de 2015
Cada cincuenta segundos, la primavera
Cada cincuenta segundos, la primavera :
El semáforo, que tiene dos pegatinas con la palabra “New”, debe llevar aquí
muchos años a tenor de las varias capas de esa pintura verde que para mí
también es parte de Madrid. No es mal sitio para ejercer de semáforo porque el
único cruce que regula es el de una calle estrecha de la que salen los coches
algo intimidados.
Las pegatinas tienen los bordes
desgastados y las letras, de trazo grueso, están arañadas, con algunos pequeños
trozos arrancados, como si un pájaro se hubiera posado sobre ellas y las
hubiera picoteado. El contraste es sugestivo porque el significado parece
resistirse a la decadencia del soporte. Aunque acabe desapareciendo, poco
importa, porque no hay mejor representación de lo nuevo que ese continuo cambio
del rojo a verde.
lunes, 25 de mayo de 2015
La productividad de las hormigas
La productividad de las hormigas : La solitaria hormiga se queda paralizada frente a la
media cáscara de nuez que tiene delante. Si dejara la carga que ahora
transporta y se presentara en el hormiguero con la nuez, se convertiría en la
hormiga más admirada del grupo. Algo piensa porque camina alrededor de la nuez,
valorándola. El esfuerzo sería agotador. ¿Y para qué?. Mañana la mirarán mal si
no llega al hormiguero con otra nuez. Sé que esto último es una proyección mía:
tal vez las cosas no funcionen así entre las hormigas y acepten que las
trabajadoras tienen días bueno o malos. Qué buenas las hormigas. Pero lo mejor es no correr riesgos, por
eso le doy una patada a la nuez.
domingo, 24 de mayo de 2015
La maldición del nudo perfecto
La maldición del nudo perfecto : A mí
también se me desatan los cordones. Quizás sea algo que va pasando de padres a
hijos. Debería habérselo preguntado a mi padre, pero la relación de temas que
iban antes en la lista a tratar era muy larga, así que se ha quedado pendiente.
Hubiera estado bien saberlo para advertirle a Daniel de que no importa las
veces que haga el nudo ni lo fuerte que tire de él: de alguna forma, sospecho
que nuestra estirpe lleva esa maldición en los pies. Él, como yo, arrastra los
cordones hasta que encuentra el sitio perfecto para atárselos. No vale
cualquiera.
sábado, 23 de mayo de 2015
Tres rondas por el chino
Tres rondas por el chino : Lucía
recorre el pasillo de la tienda de los chinos buscando unos rotuladores como lo que
ya tienen sus amigas para tatuarse. Ellas se los han comprado en los chinos de
sus barrios, así que no debería ser difícil encontrarlos en éste, pero no damos
con ellos.
La primera ronda es festiva,
despreocupada. Caminar por los pasillos de un chino es parecido a ver las
respuestas a los pasatiempos en la página final del periódico: está todo lo que
puedes necesitar. Si no lo ves, quizás debas replantearte si se trata de un
capricho, o si has leído mal la pregunta del crucigrama que tienes en la
cabeza.
La segunda búsqueda ya es más
meticulosa. Como farmacéuticos que leyeran cada caja en el almacén para dar con
la medicina que buscan. Interrogamos a cada objeto. A algunos, entre los que
debería encontrarse lo que buscamos, varias veces. Se nos va el tiempo en un
ejercicio que nos deja en el punto de partida, algo sorprendidos.
En la tercera serie ya hemos
perdido la paciencia y la seguridad. Nos movemos nerviosos de una planta del
garaje a otra, con ese miedo que provoca ver una plaza vacía ahí donde debería
estar el coche. Pensamos que ahora serán los nervios, abandonadas ya la confianza
y la racionalidad, los que mejor sabrán guiarnos. Y al poco de elegir esta
estrategia, Lucía, al cruzarse conmigo en uno de los pasillos, me anuncia que
ha dado con lo que perseguíamos, que estaba en la zona de cuidado personal.
En la caja, mientras esperamos,
pienso que, cuando entramos en la tienda, esos rotuladores no estaban. Pienso
que los han colocado mientras los buscábamos, que detrás de esta aparente
tranquilidad hay una maquinaria que no deja de moverse, de adaptarse, de
anticiparse. Justo lo contrario de nuestra realidad, debajo de cuya agitación
de titulares, no pasa nada, absolutamente nada. Si acaso, el diseño de un
tatuaje en el talón de una niña de diez años.
viernes, 22 de mayo de 2015
La dinámica de grados
La dinámica de grados : El dibujo del suelo de la plaza, recién regado por el
pequeño camión del ayuntamiento que pasa a primera hora, me recuerda al de un paseo marítimo. Apenas
hay gente. Los que sacan a pasear a sus perros y las dos o tres prostitutas
mayores que suelen sentarse en los mismos bloques de cemento. Una de ellas es
alta, con el pelo blanco que le cae largo y liso, elegante como un telón
minutos antes de alzarse para un concierto. Al otro lado de la Gran Vía están
las prostitutas más jóvenes, de pie, buscando la atención con lo que muestran.
Conforme pase el tiempo, tendrán que venirse aquí. Descubrirán que en esta zona
el reclamo no es enseñar, sino sugerir que detrás puede haber una orquesta
entrenada para desbordarse en los matices.
jueves, 21 de mayo de 2015
Una forma productiva de tirar el tiempo
Una forma productiva de tirar el tiempo : Tal vez este sitio, junto a la ventana en la primera
planta del mercado de San Ildefonso, sea mi favorito para tomarme un vino y desmenuzar
tranquilamente con la mirada a la gente que camina por la calle. La copa de
vino que me acompaña es de un puesto estrecho que atiende una chica que me
dejar leer tranquilamente la carta escrita en una pizarra. Cada vino tiene un
precio fijo por copa, lo que me extraña: no debería valer lo mismo la copa que
se sirve de una botella que se abre delante de ti que otra que apura lo que
queda en otra. En el fondo, el tipo de vino me da igual porque este
mirador eleva el nivel de cualquiera que pueda elegir. Lo que quiero es que se
gire, que abra la puerta de la nevera, que saque la botella, que pruebe su
temperatura con la mano, que agarre el sacacorchos, que quite el corcho con
rápida precisión, que desenrosque el corcho, que lo mire, que asienta, que
saque una copa y que me sirva como si después fuera a hacerlo para ella. A
veces, como hoy, hay suerte y después me siento obligado a beberme el vino más
despacio.
miércoles, 20 de mayo de 2015
La justificada infidelidad de un amante del vino
La justificada infidelidad de un amante del
vino : A las nueve de la mañana me encuentro, sin falta, al camión que
distribuye la cerveza entre los locales de la zona: o bidones o cajas de
botellines. Uno de los sonidos a los que me he acostumbrado por la mañana es el
de los bidones golpeando el suelo al ser descargados. También me he aficionado
a verlos apilados y a fijarme en cómo reciben la luz que va cubriendo la plaza.
La cerveza, a la que no soy muy aficionado, se ha convertido en la referencia
sentimental de estas mañanas, así que es posible que cuando se me presente la
ocasión pida una para volver a recordar estos paseos.
En el 2014, se consumieron 3.408
millones de litros de cerveza frente a 732 millones de litros de vino. Hasta
los años ochenta del siglo pasado, era el vino el que mandaba, pero desde
entonces la diferencia no ha dejado de crecer a favor de la cerveza. No he
visto ni un solo camión repartiendo botellas de vino a estas horas, así que las
estadísticas solo sirven para confirmar algo que, día tras día, he ido descubriendo.
Me hubiera gustado encontrarme con alguno de vez en cuando: ser fiel a veces es
difícil.
martes, 19 de mayo de 2015
Un hueco para la nobleza
Un hueco para la nobleza : Entre otras,
está la teoría de que en la continua lucha en el capitalismo sobrevive el que
mejor se adapta a la situación. Estoy de acuerdo con este punto de vista
siempre que se incida en que es una cuestión de adaptarse, no de ser el más
fuerte, porque así se conserva una visión en la que la nobleza puede tener
sentido.
Tal vez sea una interpretación
ingenua, pero prefiero fijarme en las pruebas que la apoyan en vez de aquellas,
numerosas, que la descalifican. En el cierre metálico de una tienda se ordenan
las pegatinas que anuncian los servicios de hasta dieciocho cerrajeros. Todos
están ahí compitiendo y es bastante probable que en un par de años algunos ya
no existan, pero ahora sus pegatinas están colocadas en orden: ninguna cubre
las de los demás para destacar. Puede parecer poca cosa. Puede.
lunes, 18 de mayo de 2015
Verdadero y efectivo
Verdadero y efectivo : En una pared está escrita, con un objeto punzante, la
palabra real. No hay más. Frente a los graffiti de la zona que estimulan la
imaginación para llevarnos a otro sitio, la contundencia de esta palabra sobre
el muro. La reivindicación de todo lo que ya es. Ahora. Lunes.
domingo, 17 de mayo de 2015
Tal vez haya llegado el momento de cerrar el paraguas
Tal vez haya llegado el momento de cerrar el paraguas : En la Plaza de Martí y Monsó, en Valladolid, está la escultura “El eterno viajero”, de Eduardo Cuadrado. Es la figura de un hombre con gabardina que sostiene con la mano derecha un paraguas abierto mientras en la otra carga con la maleta de Willy Loman.
No hay forma de saber si este hombre, va camino de casa o ha salido de ella. Cualquiera que sea la opción, parece que ya nada es capaz de calmar ese agotamiento que transmite. De todo lo que hubo, ahora solo queda una determinación de bronce y la lección de que, haga el tiempo que haga, hay que llevar siempre un paraguas para protegerse.
Tal vez lo que presenciemos sea este eterno presente en el que acaba de decidir que va a dejar la maleta en el suelo, que es aquí donde acaba su viaje. Que después cerrará el paraguas. Que después buscará dónde tomarse un vino para darle tiempo a esa vida que lo esperaba ya en marcha a que vuelva a buscarlo aquí. Un vino, pues. Y en la barra los objetos que saca de los bolsillos y que ahora recibe con una mirada de curiosidad, como si fueran de otro.
sábado, 16 de mayo de 2015
No habrá cata como ésta
No habrá cata como ésta : Es la boda de
un amigo que trabaja en el mundo del vino y después de la celebración se nos
ofrece una cata de veintiún vinos. Todos son interesantes, desde el Cava
Gramona con el que arranca, hasta el pacharán Belasco que la cierra. En medio,
una serie de nombres que para mí forman una realeza paralela entre la que
destaca Abadía Retuerta. A sus pies.
El objetivo es probarlos todos.
Como campeones. Avanzamos hacia las distintas mesas y con cada vino estrenamos copa.
Si hay cielo, el comité de bienvenida debería ser algo parecido a esto: toda la
noche por delante y un autobús esperando para devolvernos a Valladolid por
turnos.
Pero el empuje inicial va perdiendo
impulso porque descubro que no tengo ni el olfato ni el paladar afinado. El hígado
tendrá su trabajo, pero no entorpece. Al quinto vino me doy cuenta de que me
cuesta percibir las diferencias. Los adjetivos que en los primeros sorbos surgían
como los trazos coloridos de un Van Gogh, poco a poco van desapareciendo hasta
reducir la conversación a un movimiento afirmativo de la cabeza mientras se
levanta la copa.
Debería, pienso, debería haberme
tomado más en serio el juego de Lucía esta mañana. Había dispuesto todos sus
cacaos de sabores en el sofá y nuestro reto era el de adivinar
con los ojos cerrados a qué olía cada uno. Debería. Quizás con ese
entrenamiento hubiera logrado mantener el olfato un poco más alerta y
reconocerle a la mencía del Armas de Guerra su justo valor. Tampoco es tan
serio, coincidimos en que está bueno y pasamos al siguiente, que también está
bueno, y el siguiente, que también está bueno. Así hasta la meta del Belasco. Cuando
subimos al autobús, solo puedo darle un par de golpes en el hombro al conductor
como agradecimiento.
viernes, 15 de mayo de 2015
Un álbum de rostros tapados
Un álbum de rostros tapados : Que luego
le gustará verse, que no se oculte, que es la última. Lucía se tapa la cara con
las manos y sabe que va a ganar porque ya me ha demostrado que su paciencia es
mayor que la mía y que puede estar así todo el tiempo que quiera. Que le da
igual, que hace lo que quiere, que siempre le digo que es la última y luego
viene una más y otra más.
Esta es la primera generación que
podrá tener un álbum de su infancia con fotografías ocultándose, tapándose, cubriéndose,
mirando hacia atrás, echándose el pelo por la cara o alargando la mano tratando
de cubrir el objetivo. No recuerdo ninguna de las mías en las que actuara así:
mirábamos a la cámara y sonreíamos.
Puede parecer una mera cuestión de
acumulación. Bah. Todos sabemos que la gran mayoría de esas fotos no sirven
para nada. La que buscamos es ésa que acierte, que de alguna forma resuma todo
lo que se ve en ella y lo que no aparece. Antes, con los límites de los
carretes no se podían permitir ese lujo. Ahora, sí. Esa foto de la que podamos
decir: ahí está, eso era.
jueves, 14 de mayo de 2015
Radiografía de mi día
Radiografía de mi día : Al salir del
metro camino de casa, descubro en el suelo una lámina en la que un alumno,
seguramente de primaria, ha copiado una calavera. El resultado tiene poco que
ver con el original que está a la izquierda de la hoja. Parece, más bien, lo
que me encontraría si mirara la cabeza de un personaje de dibujos animados por
rayos x.
miércoles, 13 de mayo de 2015
La red invisible
La red invisible : En El País entrevistan a Chema Madoz con motivo de su
nueva exposición en la calle Alcalá. El cruce de palabras va creado un tono en
el que me gustaría que se desarrollara el resto del día. Algunas respuestas me
remiten a otras, igual que ciertas fotografías. No importa. El entrevistador
lleva la charla al tema literario y entonces Chema Madoz cita a Menchu
Gutiérrez como una de sus referencias. Y me digo: claro, coño, claro. Como ese
instante en el que te descubren el sabor
al que eras incapaz de ponerle nombre a pesar de conocerlo. Eso que percibía en
las fotografías de Chema. Eso que estaba en los textos de Menchu. Y después esa
tranquila alegría al descubrir que ciertas obras van tejiendo una tela para
amortiguar la caída.
martes, 12 de mayo de 2015
El achique del terreno de juego
El achique del terreno de juego : Conforme pasan los años, las tartas de los cumpleaños
son cada vez más pequeñas. “Hay que cuidarse”. “Solo un trozo”. “Para probarla”.
“No debo”. “Así no sobra”. “Luego hay que bajarlo en el gimnasio”. “El azúcar”.
“Tiene buena pinta, pero”. Para medir la resignación basta con fijarse en el tamaño
de la circunferencia.
lunes, 11 de mayo de 2015
Zapatos de segunda mano
Zapatos de segunda mano : Hay zonas de
Chueca continuamente empapeladas con carteles que convocan a los fieles a
fiestas en las que se celebra la gozosa liturgia del cuerpo. No se da tiempo a
que pierdan su color o a que las fechas que marcan hayan quedado atrás varios
días. Los anuncios siempre viven el exigente presente del cuerpo. La fiesta es dentro
de nada, dentro de muy poco, dentro de ya: solo hay que esperar a que el tiempo
avance hasta ese momento elegido con la elegante precisión con la que la bola
entra tras el putt.
A pocos metros de uno de esos
carteles, en el escaparate de una zapatería se anuncian zapatos de segunda
mano. El tiempo se remansa y vuelve sobre sí mismo en ellos. Fuera del ya, hay
vida. Y con un toque de humor.
domingo, 10 de mayo de 2015
El último escondite del dinosaurio
El último escondite del dinosaurio : Leímos los platos escritos en la pizarra de la
entrada, nos asomamos y vimos sillas de maderas recias, un camarero con camisa
blanca detrás de una barra mirando una televisión con el volumen bajo, un par
de periódicos deportivos doblados con el empate del Madrid con el Valencia en
la portada, cuatro mesas con los vasos colocados con precisión, una nevera con
los helados a la vista, un hombre compartiendo el silencio del camarero con un
vaso en la mano. Todos interpretamos que éste era el sitio apropiado para que
los niños, acabados sus platos de arroz, jugaran a esconderse el dinosaurio del
más pequeño y a encontrarlo sin que en el restaurante nadie les dijera “eh,
aquí no” o nos trataran con una excesiva frialdad para darnos a entender que
deberíamos educar mejor a los niños, que los demás clientes, que no sé qué.
Buscábamos, precisamente, esta tranquila sobremesa sin conversación, dejando
que los niños con sus risas fueran escribiendo el guión que los adultos,
encantados, seguíamos. Los cafés con hielo. La copa con la que se brinda sin
palabras. El último escondite del dinosaurio parece el más difícil hasta que el
camarero se lleva a todos los niños a por un helado y estallan las risas.
sábado, 9 de mayo de 2015
Un grado más de seriedad
Un grado más de seriedad : En un cartel pegado a una farola se anuncia una
señora serya y responsable permanente o por horas. Esa i griega es un
tirachinas que atrae mi atención al lanzarme una falta de ortografía que nunca
había visto antes. Pero también en este tipo de faltas hay categorías y ésta,
por un momento, me hace pensar. No se puede negar que, entre una i y una i
griega mayúsculas, la segunda es mucho más seria: esos dos brazos en los que se
abre la i griega, transmiten una sensación de fuerza, la imagen de una señora
capaz de aguantar cualquier peso o responsabilidad sin inmutarse. Más que un
error, esa falta parece una condecoración ganada tras muchos años de trabajos y
amplias recomendaciones de alguien a quien se llamaría si no existiera el temor
fundado de que nuestra seriedad no pueda estar al nivel de la suya.
viernes, 8 de mayo de 2015
El viernes como obligación
El viernes como obligación : Las hormigas cruzan cargadas toda la acera con prisa,
como si estuvieran preparándose para una amenaza inminente. Aquí arriba, nada :
una tranquila mañana de viernes, luminosa, con los conductores sumergidos en
esta calma frenando para llegar al semáforo en el momento en el que se pone
rojo para así poder bajar la ventanilla y dejar que las ideas se agiten
indolentes como ropa al sol. Miro dónde piso para no aplastar a ninguna, pero
lo que busco es el agujero por el que se meten en su hormiguero para taponarlo
y frenar este exceso de premura que se le escapa a la tierra para que no altere
esta tranquilidad compartida. Las que se queden fuera tendrán la oportunidad de
salir de ese eterno lunes en el que viven.
jueves, 7 de mayo de 2015
Cambio de papeles
Cambio de papeles : Venimos a este restaurante a menudo, así que sabemos
que las raciones que sirven, a pesar de ser platos del menú, son grandes. Mientras
hoy mira la carta, le recuerdo a mi madre que ya se ha dejado comida otras
veces y que debe pensarse bien lo que quiere. Me fijo en la lámpara que tenemos
al lado y en un hombre con traje que se persigna al pasar junto a la iglesia
que está enfrente. Huevos rotos y pescadilla, me dice. Me parece mucha comida,
pero me responde que lo sabe, que es lo que le apetece, que tal vez no pueda
con todo. Al escuchar que es lo que le apetece dejo de insistir. No sé si,
cuando los papeles eran los contrarios, había algún razonamiento mío que provocaba
que ella también se rindiera.
miércoles, 6 de mayo de 2015
Un sitio para cada cosa
Un sitio para cada cosa : El valor subjetivo de lo que nos llevamos de la
tienda puede medirse dividiendo los recursos que hemos empleado para hacer la compra
entre las unidades que hemos elegido. Los más apreciados son los objetos que tienen la suerte de ir de
la tienda a casa en una bolsa de plástico poco cargada. Justo lo que necesita
el hombre que la agarra con su mano izquierda. Cuando deje la bolsa en la mesa
de la cocina tendrá tiempo para sacar cada cosa, reconocerle su utilidad, y después
elegir un buen sitio para colocarla. Hasta la bolsa tendrá su lugar apropiado.
martes, 5 de mayo de 2015
Pétalos de tinta
Pétalos de tinta : Pensábamos que bastaba con llamar a la puerta, dos
golpes, y esperar a que la mirilla se abriese para decir la contraseña,
Juventus, y ver a un guarda con los gestos densos e indolentes como miel
cayendo sobre una tostada, abrir la puerta para que los chicos, con la camiseta
limpia, entraran tranquilamente al pasadizo, caminando con su música en los
auriculares, con los mensajes de sus agentes esperándolos en el móvil, bajo una
lluvia de titulares elogiosos cayendo sobre ellos como pétalos de tinta, todos
satisfechos, complacidos al ver que las cosas se desarrollaban con la confianza
del que lanza las respuestas para que otros escriban las preguntas, en un
tranquilo paseo tranquilo hacia Berlín, con las mujeres pintándose las uñas de
los pies con la precisión del deseo, con los seguidores marcando el día en el calendario
con seriedad de cirujanos, con los directivos doblando el volumen de sus
negocios y con los proveedores imprimiendo, cosiendo, diseñando, apalabrando,
negociando, y para que todo esto pasara pensábamos que bastaba con llamar a la puerta, pero llega un gol en contra y nos vemos frente a una ventana cerrada a
la que ni siquiera queremos asomarnos.
lunes, 4 de mayo de 2015
¿Por qué nos gusta lo que nos gusta?
¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? : En la
pared de una pequeña calle que sale de Espíritu Santo han creado la cara de un
hombre con cuatrocientos post-it de seis colores. Un tipo con barba y camiseta
de marinero. Lo normal por esta zona.
Me lleva tiempo darme cuenta de qué
es lo que ha hecho que me pare. No es lo efímero del trabajo. Ni la paciencia
con la que se ha realizado. Ni la sencillez de la idea. Tampoco el contraste
con lo que la rodea. Me obligo a quedarme ahí hasta dar con ello aun sabiendo
que es posible que no lo logre, pero es bueno tratar de descubrir por qué nos
gustan realmente las cosas que nos gustan.
La respuesta tarda en llegar y
entonces me parece evidente. Lo que me atrae es que no falte ni uno solo de los
cuatrocientos post-it. No es la representación de una cara lo que ahí se ve,
sino la de un barrio.
domingo, 3 de mayo de 2015
Unos días más de lozanía
Unos días más de lozanía : Apenas
traspasada la entrada de la floristería, me encuentro en otro país, envuelto
por una mezcla de olores pegajosos que reclaman más espacio para recuperar la
sutileza de las flores de las que provienen. La respiración se vuelve un poco
densa: el aire es cálido y pesado, como el de esa sala del zoológico en la que
vuelan distintas clases de mariposas.
La tienda acaba de abrir y las
dependientas no dejan de sacar de un almacén flores en pequeños carros que van
colocando en los huecos que quedan. Se mueven con la alegría que da el saber
que todo ese esfuerzo va a merecer la pena. Es el día de la madre y a todos los
hombres que entremos nos llevarán con sus consejos hacia las plantas que
quieran vendernos. Ese poder, se nota, también las hace sonreír.
Dejo que me aconsejen con el color
de unas orquídeas y dan el visto bueno a mi elección de unas rosas blancas. La
chica que me atiende extiende un papel sobre el mostrador y dispone sobre él
las rosas. Mientras va añadiendo ciertos complementos para obtener el ramo que
tiene en la cabeza, y del que no me ha dejado opinar, recupera una conversación
con otra compañera. Es su forma de decirme que hoy es un día en el que los
hombres solo somos mensajeros y que debemos aceptar nuestro papel de oyentes.
El ramo es bonito. Parece que
hubiera pensado en el que a ella le gustaría recibir. Lo ata en la base con una
cinta roja que aprieta con un nudo enérgico. Solo entonces me enseña un pequeño
sobre y me dice que eche un poco al agua cada vez que se la cambie para que las
flores aguanten más. Lo vuelve a repetir. Me mira a los ojos mientras me lo da
para advertirme de que no debo perderlo.
Me guardo el sobre el en bolsillo. Tengo
ganas de entregar las flores, pero lo
que ahora me hace más ilusión es completar la entrega con el sobre. Como si
éste fuera el verdadero regalo.
sábado, 2 de mayo de 2015
La medida del esfuerzo
La medida del esfuerzo : Aunque el agua
caliente salga nada más girar la llave, la preparación de la ducha ha llevado
su tiempo: hora y media en un gimnasio que, a la hora de la sobremesa, está
casi vacío. Todo el esfuerzo se puede traducir en calorías, en minutos, en
ejercicios o en canciones escuchadas. Una acumulación de estadísticas que no
son tan precisas como la impresión del agua de la ducha sobre la piel. Ese placer
es la auténtica medida.
viernes, 1 de mayo de 2015
Una tarta compartida
Una tarta compartida : Nunca sabemos
qué va a responder Lucía cuando le proponemos que se pida un postre. Una opción
es que diga que no quiere nada. La otra es que elija el plato más goloso. Un coulant.
O una tarta de chocolate con fondant, como la de hoy. Si la hubiera pedido yo,
no habría obtenido la mitad del placer que me experimento al mirarla. Como
llena la cuchara con trozos grandes, tarda poco el comérsela. Uno de los
grandes delicias de una comida es ver cómo disfrutan los demás. Los platos
pueden ser magníficos, pero si falta ese gozo en los que te rodean, la
celebración será imperfecta. Por eso cuando parece que Lucía no va a mirar la
carta de postres, insisto un poco. No mucho. Un poco.
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