De todas las
medidas que anuncia Rajoy, la que más me llama la atención es la que pretende
suprimir los puentes, colocando las fiestas junto a un fin de semana. La veo
con una gran carga simbólica, como un esfuerzo por unir dos orillas : lo que
somos y lo que creíamos ser, sí, pero también el presente con el futuro, Papá
Noel y los Reyes Magos, el ingreso con el gasto, Nochevieja y Nochebuena, el
deseo con la realidad, el ying y el yang, la realidad con el deseo, lo alto con
lo claro y el dicho con el hecho.
La realidad comprimida en un
archivo zip.
El problema es que el puente
también es útil para conectar lo consciente con lo inconsciente y que sin él,
obligados, me temo, a vivir por un periodo por determinar en el mundo de lo
consciente, vamos a tener que dejar de lado todo lo que no se puede controlar,
la esquina mal iluminada, la gota de sudor por el cuello o el adjetivo que
calienta una frase para encajar nuestros deseos en el formalismo del BOE. Una
pena : van a ser unos años en los que los niños van a aprender poemas dedicados
a las diferentes partes del balance porque les va a ser más necesario que
preguntarse dónde está la dichosa mariposa del Lorca. Quizás es que hemos
pasado demasiado tiempo mirando las mariposas sin preguntarnos nada más,
firmando lo que nos ofrecían porque pensábamos que el dinero anidaba en las
grúas de las construcciones.
En fin, que ahora toca ir
preparando la mudanza personal para saber qué es lo que uno se lleva al otro
lado del puente antes de que lo derriben.
Como Rajoy aprieta pero Mariano no
ahoga, junto al asunto de los puentes se ha dado una buena noticia para, entre
otros, las pequeñas empresas teatrales : el IVA tendrán que pagarlo cuando
cobren la factura, no cuando la emitan. A más de un actor le hará más feliz
leer esto que un texto de Beckett. Así están las cosas.
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