Son las siete de
la mañana, algunas máquinas todavía están apagadas y el sudor de los que están
corriendo sale frío. En las pantallas puedo ver las noticias de Antena 3 y de
Tele 5. En un planeta con siete mil millones de personas debe ocurrir bastante
poco porque la misma imagen aparece en la pantalla de la derecha y pasa a la de
la izquierda, de la izquierda a la derecha.
Un funeral, una fotografía gigante
encima de un coche, tres perros que atacan a un hombre en una gasolinera, un
nuevo entrenador para el Atleti, el cáncer de la presidenta de Argentina, las
felicitaciones de los jugadores del Madrid, unos percebes, una manifestación
con las fotografías de dos niños, el Rey, el yerno del Rey y así. También
hablan del euro.
El monitor se acerca a hablar conmigo.
Basta con verle para sospechar que algunas máquinas se le han quedado pequeñas.
Para él debemos parecer bebés levantando piezas en la guardería. Se queda
mirando un poco la televisión.
-Estoy con “Los enamoramientos”, de Marías. No sé, no termina de engancharme.
Lo mío con Marías es personal, así
que trato de no decirle lo que pienso. Miro la televisión, cualquiera de las
dos, da igual. Una habla de las portadas de los periódicos,la otra también.
-El caso es que el otro día
hablaron de un libro que estaba bien, de un ruso, uno de mil páginas y eso que
a mí esos libros me cuestan.
-¿Qué ruso?
El coche del funeral otra vez. Miles
de norcoreanos quietos bajo la nieve, como deseando ser cubiertos por ella.
-Vasili Grossman.
-¿No sería “Vida y destino”?
-Sí, creo que sí.
Le hablo muy bien del libro para
alejarle definitivamente de Marías, con el que tengo algo personal, demasiados
artículos de domingo tal vez, y porque el libro se lo merece. Es una gran
libro, así que trato de animarle a que se lo compre y empiece con él.
Definitivamente, pasamos los dos de
las noticias. Hoy es el día en el que deben tratar de hacer pasar una mentira
por verdad, pero eso no tiene mérito entre tantas noticias intrascendentes. Lo
interesante sería que dieran una de verdad, que en ese caldo aguado que nos
ofrecen cada día destacara una que nos sirviera para entender algo. Pero eso no
sucederá. Siguen lanzando piezas de puzles distintos como quien da de comer a
las gallinas.
En el Manhattan de “Chronic City”,
los ciudadanos pueden elegir una edición del periódico “Sin guerra”, en la que
no se menciona nada de un conflicto que en el libro sólo se sugiere, tan solo
un poco de arena en los zapatos para imaginarse la playa a unos metros. Por lo
menos, a ellos les dejan elegir.
También le recomiendo "Chronic City", claro, de la que no puedo contarle mucho porque una
anciana viene a preguntarle algo y él la acompaña como si la fuera a ayudar a
cruzar la calle.
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