Sulfitos y
taninos : Me gusta este dibujo en la pared de un pequeño restaurante porque
reúne dos elementos que aprecio : los sulfitos y los taninos. Como la acera que
tiene delante es muy estrecha, parece que hubieran decidido sugerir la terraza
con esas sillas y una mesa en la que sólo hay dos copas de vino y una botella.
Ni cubiertos, ni aperitivos, ni platos, ni siquiera un menú.
Sobre el fondo, negro como un escenario
de crisis, destaca el color del vino, que sugiere algún crianza, de esos en los
que los matices se disparan en todas direcciones, como la rabia de un
quinceañero. Tal vez el trabajo de alguna bodega nueva con ganas de
experimentar. Un vino, en todo caso, que se debe beber en determinada compañía, porque no
solo hay dos copas, sino dos sillas que, colocadas de forma que las personas
que las ocupen no se miren, sino que compartan la misma visión (el mar que no
hay delante, por ejemplo), hay que tomar como una invitación a vivir el momento
con alguien con quien te lo hayas dicho todo y con el que te encuentres al mismo
nivel, como el del vino en las copas. Ni miradas a los ojos, ni gestos de
comunicación no verbal ni leches. Una persona que, como tú, crea que baste con
tener un buen vino a mano y la posibilidad de observar lo que pasa sin prisas,
como sugieren esos trazos simples. Al eliminar todos los elementos accesorios el
tiempo no tiene en qué entretenerse : y ya sabemos, por los documentales de la
tele, que el tiempo no le presta la misma atención a la carne del animal muerto
que a sus huesos.
Así que este dibujo, realizado con
huesos dorados, parece ofrecerse con una única condición. Que tú también
elimines todo lo superfluo, lo ruidoso, lo pesado y lo denso hasta quedarte,
como el que quita la percha del abrigo, en la mera función y así, sin apenas
resistencia, poder sentarte en una de ellas sillas, acercarte la copa de vino y
beber tranquilamente, dejando que el tiempo avance con cada sorbo.
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