La sala perdida del museo : El cuarto es una especie de hornacina (el suelo es
rojo, las paredes de hormigón) a la que llega la luz directamente a través de
una rejilla en el techo. Me acerco al salir del trabajo, atraído por el
contraste entre la oscuridad del resto del aparcamiento y esa luz. Hay mucho
espacio, pero no se ve la figura de ningún santo, solo tres objetos : una
fregona, una papelera y un bidón de plástico blanco distribuidos de una forma
que, dentro de todo el conjunto, les da sentido. Hacía mucho tiempo que no
experimentaba algo así en un museo.
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