Lo
único que vas a conseguir es romper la tregua : Si realmente la realidad es una
lucha entre el orden y la entropía, el campo de batalla al que hay que asomarse
para ser testigo es el garaje de un pueblo. Ahí están, revueltas, las dos
facciones. El coche brillante. La silla rota. El calendario antiguo. El móvil.
El cenicero con colillas. Las bicicletas que se han quedado pequeñas. Una
lavadora que no se usa. La mesa de ping pong. Un balón pinchado. Siete tiestos
apilados. La guía de vinos del 2001. Una caja en la que faltan varios
destornilladores. Nueve cajas de cartón precintadas. Cuatro figuras de los
Gormiti. Varios troncos amontonados. La impresión que deja todo eso es que, contra
lo que se dice, ha sido posible llegar a una tregua a base de acercar posturas
: lo antiguo queda justificado por todo ese tiempo, orgánico, que acumula; lo
nuevo, por su precisión y su utilidad, a pesar de su falta de pasado. Todo esto
se acaba asimilando cuando, al levantar la vista y ver la bombilla colgando desnuda
del techo, uno no echa nada en falta. Está como debe de estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario