Las
puertas se abre a su paso : Ángeles dorados con alas pequeñas custodian la
entrada a una discoteca. Sus puertas permanecerán cerradas hasta que todas esas
veinteañeras de piernas largas que veo terminen de cenar en los restaurantes de
la zona. Esto es lo que suele suceder, calculo, mientras los mellizos apuran
sus últimos quince minutos antes de irse a la cama. Calculo y miro cómo de los
taxis bajan familias para cenar con la elegancia de un anuncio de moda : así es
como deberías hacerlo tú, parecen decir, y tengo la impresión de que mi sitio
es el del que les abre la puerta. El dinero da algo más importante que la felicidad
: la tranquilidad. Todas esas chicas, todas esas familias, pueden ir despacio
porque son los demás los que corren detrás de su dinero, ajustando sus relojes
para que siempre lleguen a tiempo. Me gustaría tener cientos de miles de euros
: ya haría después lo que pudiera para no necesitarlos. Pero esta noche me
basta con treinta y seis para pagar la cena. Un poco cara, pero divertida. La
camarera nos trae la vuelta a cada uno de nosotros. Un gesto elegante. Para
llegar al coche solo hace falta seguir a esas chicas de piernas largas, verlas
entrar en la discoteca y continuar veinte metros más para encontrar el coche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario