Mujeres que salen sonriendo : Creo que el cuarto de baño de las mujeres es más
divertido. Del nuestro nadie sale sonriendo, pero del suyo sí: lo he visto. No
siempre, de acuerdo, pero las suficientes veces como para sentir envidia. La
sonrisa de la que recuerda un halago entre sábanas, o un mensaje gracioso, o
un plan sugerente. El nuestro, que tiene la entrada enfrente, es meramente
funcional. Me encuentro con uno de los vigilantes, que se pasa la mano por el bigote, o con un mensajero, que aprovecha
para refrescarse la cara antes de segur con su ruta, o con el de mantenimiento,
que se lava las manos después de cambiar un tubo fosforescente, y en todos los
casos nos damos los buenos días mirándonos en el espejo. Salgo del cuarto de
baño con el mismo humor con el que entro. El de las mujeres es distinto. Tal
vez la mujer que los limpia les deje figuras hechas con el papel higiénico,
como en los camarotes de los cruceros. O jabones con olores especiales como en
un spa. O un cesto con gel, colonia y cepillos de dientes, como en los hoteles.
O les coloque pequeñas y esponjosas toallas como a los socios privilegiados del
gimnasio. Algo tiene que haber. Y hoy esa sospecha es una evidencia cuando veo
el rayo de luz que entra por su ventana. Rotundo, brillante, ofreciéndose como
si fuera posible juntar las dos manos y beber directamente de él. En el
nuestro, me giro, nada : solo un sitio para hacer tus necesidades.
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