Dos chicas alargan el día charlando : Me
gusta tener una copa de vino en la mesa. Que sea de noche. Que bajo la luz de
las farolas dos chicas alarguen el día charlando entre dos coches aparcados.
Que nosotros tampoco tengamos prisa. Que nuestra conversación salte de un tema
a otro porque la confianza elimina cualquier barrera. Que pinchemos
directamente del plato de los huevos rotos. Que estemos pendientes de que las
copas no se queden vacías. Que haya una pequeña brisa que se lleve una y otra
vez las servilletas de papel. Que el camarero asienta rápidamente cuando señalo
la copa. Que las dos chicas se rían a la vez y echen la espalda hacia atrás.
Que la luz de las farolas defienda su territorio. Que los móviles estén bocabajo
en la mesa y así continúen. Que el plato de calamares sea abundante. Que a
ninguno de los dos nos guste echarles limón por encima. Que las mesas sean de
plástico. Que una niña de la mesa de al lado coja la comida de su plato con el
índice y el pulgar. Que en casa me espere una novela negra (“Los hombres te han
hecho mal”) con un protagonista, Lascano, que me está gustando. Que el resto de
las mesas estén ocupadas. Que alguien pase lentamente en bicicleta por la acera
mirándonos a los que estamos sentados. Que el camarero no deje caer una gota al
servir el vino. Que no sepamos qué hora es y no giremos el móvil para saberlo. Que
sigamos hablando. Que Lascano tenga a punto una buena conversación con otro
policía :
“Me hacés cagar de risa, Lascano.
La risa es salud. El resto me lo tengo que conseguir yo. Es un trabajo
abnegado. No te hagas el vivo, vos sabés muy bien de dónde sale la plata. Nunca
tuve una comisaría. De la calle, Lascano, de la calle. No somos muy distintos
de los delincuentes a los que perseguimos. Venimos del mismo lugar, tenemos las
mismas necesidades, pensamos de manera similar. No somos unos santos, eso lo
sabés muy bien. Yo suponía que estábamos en guerra con el crimen”
“Los hombres te han hecho mal” :
Ernesto Mallo - Página 70
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