El motivo de la lucha : Nos metemos en la inercia de la lucha y, aunque se
desarrolle fuera, el motivo de la misma no está ahí, se ataque o se defienda. Tampoco
es que, para continuar, sea necesaria una excusa: o nos la dan o nos creamos
una ficticia. Los días se van apilando. Abandonamos el territorio de la
sutileza. Nos refugiamos en las palabras más sólidas. No nos fijamos en los
caminos que no vamos a tomar. Por eso, al llegar a casa, hay que dejar que la
mirada venga desde los objetos a nosotros. Los pies de Lucía con calcetines en
el sofá.
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