Una sesión de tiempo muerto : Uno acaba definiéndose por esos ratos muertos sin ninguna obligación y en los que el tiempo parece yacer sin pulso. Los
quince minutos dentro del coche hasta que abren las puertas del colegio, por
ejemplo. Cuidar del tiempo cuando te pagan por ello no tiene mérito. Los
auténticos ascensos, las becas Fullbright, los reconocimiento oficiales
deberían basarse en lo que los jueces respectivos, al asomarse a la ventana de
nuestros coches, vieran. Con la tecnología ahora sería posible, por poner un
caso, aprender a realizar una operación de cadera, estudiar una de esas lenguas
a punto de extinguirse o imitar el estilo de Faulkner. Si se exprimieran todos
estos minutos saldría una segunda vida. Pero el sol invita a cerrar los ojos y
guardar energía para manejar, primero, la que ya tenemos.
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