Las monedas del café : Todas las plantas del edificio del banco están
iluminadas, con gente todavía moviendo el dinero de un sitio para otro y pausas
para rebuscar en los bolsillos unas monedas para el café en la máquina. Gracias
a ellos, y a sus corbatas, y a sus asientos, la tarde aquí abajo resulta mucho
más acogedora. Basta con levantar la vista para ser conscientes de que podemos
hacer lo que queramos. También ellos nos necesitan: el que, con el vaso de café caliente en la mano, mira hacia abajo, por unos segundos sale de su
espejismo de números.
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