Era la manga roja : Era el paseo
inquieto de Daniel por el salón, era su seriedad, era su deseo de darnos cuanto
antes la mala nota en comprensión lectora, era su forma de escucharnos después,
menos agobiado, era la parte de esa nota que también nos correspondía por no
lograr todavía que se enganchara al placer de la lectura, cada vez más sutil, era
el deseo de que iniciara ese camino que le permitiera disfrutar alguna ver con
estos eran :
“Era aquel vacío del que McDonald había
hablado en el albergue, bajo la tímida luz del farol en medio de la oscuridad;
era la mirada vacía de los brillantes ojos azules de Charley Hoge, en la cual
se había visto reflejado y de la cual había intentado hablarle a Francine; era
la desdeñosa mirada de Schneider justo antes de que la coz del caballo le
cambiara la expresión; era el gesto denodado e imperecedero de Miller ante la
cortina blanca de la ventisca en las montañas; era el hueco titilar en los ojos
de Charley Hoge al dar la espalda al fuego para seguir a Miller hacia la noche;
era la franca desesperación que convirtió el rostro de McDonald en una máscara
animada durante su frenética persecución de Miller en el holocausto de las
pieles; y era lo que estaba viendo ahora en el rostro de Francine, fofo e
inerte sobre la almohada”
Era el “Butcher´s crossing”, de John
Williams, que terminé de leer, era una mala clasificación en el entrenamiento
que te relega en la parrilla de salida, eran todas esas cosas que en pasado
cobran más presente que en el preciso momento en el que suceden.
Era, por terminar, la manga roja
del jersey de Daniel sobresaliendo del resto de la ropa negra cuando, aliviado, volvía a bromear.
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