viernes, 30 de enero de 2015

Era la manga roja



Era la manga roja : Era el paseo inquieto de Daniel por el salón, era su seriedad, era su deseo de darnos cuanto antes la mala nota en comprensión lectora, era su forma de escucharnos después, menos agobiado, era la parte de esa nota que también nos correspondía por no lograr todavía que se enganchara al placer de la lectura, cada vez más sutil, era el deseo de que iniciara ese camino que le permitiera disfrutar alguna ver con estos eran :

“Era aquel vacío del que McDonald había hablado en el albergue, bajo la tímida luz del farol en medio de la oscuridad; era la mirada vacía de los brillantes ojos azules de Charley Hoge, en la cual se había visto reflejado y de la cual había intentado hablarle a Francine; era la desdeñosa mirada de Schneider justo antes de que la coz del caballo le cambiara la expresión; era el gesto denodado e imperecedero de Miller ante la cortina blanca de la ventisca en las montañas; era el hueco titilar en los ojos de Charley Hoge al dar la espalda al fuego para seguir a Miller hacia la noche; era la franca desesperación que convirtió el rostro de McDonald en una máscara animada durante su frenética persecución de Miller en el holocausto de las pieles; y era lo que estaba viendo ahora en el rostro de Francine, fofo e inerte sobre la almohada”

Era el “Butcher´s crossing”, de John Williams, que terminé de leer, era una mala clasificación en el entrenamiento que te relega en la parrilla de salida, eran todas esas cosas que en pasado cobran más presente que en el preciso momento en el que suceden.

Era, por terminar, la manga roja del jersey de Daniel sobresaliendo del resto de la ropa negra cuando, aliviado, volvía a bromear. 

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