El primer desafío : Daniel ve un
terraplén. Yo, un barranco. Daniel dice que quiere arrastrarse por él como
aquellos niños a los que vio hacerlo. Tengo que admitir que parecía tan
divertido como peligroso. Y esos tres no dejaban de celebrarlo como si fuera
una pendiente con nieve en vez de una dura superficie de tierra agrietada. Cada
vez que pasamos por delante me dice que le gustaría intentarlo, que no va a
pasar nada.
Parece algo banal, pero es posible
que, cuando crezca, Daniel busque barrancos parecidos para probarse sabiendo
que, por mucho que lo intente, jamás le darán lo mismo que prometía éste.
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