El repertorio del violinista : Para disfrutar más del metro a las doce menos cuarto
de la noche, hay que vivirlo a las ocho de la mañana en ese punto del enlace de
la línea diez en el que se junta tanta gente que una empleada del metro tiene
que ir organizando la fila para que no se colapse todo. Ahora los pasillos
están vacíos y por las escaleras mecánicas, cuyo murmullo puede escucharse, baja una pareja abrazada, dejándose llevar.
Aunque tengo prisa, espero para no molestar y cuando puedo la dejo detrás,
preguntándome si una vez que lleguen abajo cogerán las de subida. La empleada
nos da órdenes precisas y todos obedecemos. Podría bajarme en Tribunal, pero me
gusta ir oyendo ya desde lejos a ese violinista que, agua entre las raíces,
todas las mañanas toca en el mismo sitio sin todavía haber repetido un solo tema.
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