La camarera a la que no le gustan las
jugueterías : Volvemos a este restaurante porque nos gusta disfrutar del
sol que entra por los ventanales. Es un sol que, filtrado por el cristal, nos
llega ligero, sin calor, sin brillos : es como la gran ola que se va
desmenuzando conforma avanza por la playa hasta desparramarse por el mantel,
entreteniéndose con la sombra de una pequeña vela con la que conversa poco
antes de despedirse.
Pedimos platos pequeños que la
mesa, también pequeña, hace grandes. Nos atiende una camarera que ya nos
conoce. Nos pregunta por unos juguetes que les vio a los mellizos y que ella
quería para su hija. Le decimos el nombre y ella arruga un poco la frente como
si así lo fuera a atrapar mejor. Después sonríe, mostrándonos unos dientes
ordenados con un aparato metálico que en su boca parece una pieza de bisutería.
-No me gustan las jugueterías – nos
reconoce la camarera. Esa afirmación sería suficiente para conseguir definir a
un personaje.
Picamos de un plato, después de
otro y otro. Poco a poco el local se va llenando de parejas y de grupos de
mujeres que se inclinan un poco hacia adelante cuando hablan. El sol se oculta
detrás de unos edificios en obras : las terrazas no están acabadas y se ven las
cocinas. Son unas obras que avanzan muy despacio, como si se financiara con
monedas o billetes de cinco euros.
Hablamos de despidos, poco. No nos
parece tema. Charlamos de los enanos y de su próximo cumpleaños. Seguimos
picando. Decidimos ver esta noche los dos últimos episodios de “Juego de
tronos”. El sol desaparece cuando encienden las suaves luces del local : de
detrás de las columnas surge un brillo blanco, como si la luna fuera a aparecer
por detrás de una de ellas. Es un efecto bonito que justificaría la cena.
Cuando nos vamos, la camarera a la
que no le gustan los juguetes está atendiendo una mesa. Espero que recuerde el
nombre de los juguetes.
Tenéis la luna detrás de las
columnas, pienso. Podría ser el lema de una familia de “Juego de tronos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario