Risas enlatadas :
Ya me queda poco para desarrollar un mínimo de carácter que me permita no
reírme cuando suenan las risas enlatadas. Muy poco.
Muy poco, me digo, pero no dejo de
recaer. De vuelta del trabajo veo un grupo de señales de prohibido estacionar y
me uno a ellas. Hago unas cuantas fotos, para disimular, pero lo cierto es que
me pego a ellas, a esperar.
Estaría bien que fueran la primera
manifestación en el barrio. Sería algo distinto. Tenemos calles muy anchas con
una ordenación simple (a base de cuadrados), por lo que podrían escribirse
pancartas muy largas. En Lavapiés sólo te cabe “joputa”, pero aquí podría
empezarse con “A ver si su madre cobró aquella noche nueve meses antes de nacer
usted”.
Lo del usted es obligatorio porque
aquí hay cierto nivel. Se ve en la madre que empuja su carrito, en el que se
toma la caña en la terraza, en el que empuja a su hijo para que aprenda a
montar en bicicleta, en el que llega sudado a casa por la noche después de
correr, en la que espera en Mercadona a que le toque el turno en la pescadería.
Todo está más o menos donde debe estar y la manera de reconocerlo, elogiarlo y
protegerlo es exigir el uso del usted.
Pasa el tiempo y ninguna señal da
el primer paso. Estoy por sacar algún tema para romper el hielo. ¿Les parece un
buen arranque ese de “Yo tenía una granja en África”?. Me separo un poco para
ver el escaparate de una tienda de chinos y volver a confirmar que para ellos
el concepto de escaparate no existe. Quizás no tengan una palabra similar en su
vocabulario. No sé. En la puerta leo que el domingo trabajan una hora menos.
¿Se irán a trabajar en esa hora a otra tienda china? Tampoco lo sé.
Yo quiero manifestarme pero tengo
hambre. Las señales no son sensibles a mi hambre porque ellas no tienen aparato
digestivo. Están hechas para resistir. Busco una de ellas que ejerza de
portavoz y pueda aclararme algo sobre sus intenciones. Me van pasado de
una a otra hasta que doy con la que
busco. Tiene pegado un trozo de papel al que le han arrancado la mitad. Leo la
palabra “Mudanza” y “Prohibido”. Nada de manifestación.
Me alejo a lo Carpentier, como si
fuera un escritor serio. El espacio que ha dejado libre mis ganas de
manifestarme lo ocupa ahora el hambre. Cuando tenga carácter, estas cosas no
pasarán y podré tener a la vez muchas ganas de manifestarme y de comer. Hay que
perfeccionar la técnica porque cuando lleguen las manifestaciones de verdad nos
va a salir una mierda.
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