Lo que vimos desde nuestros asientos de 36 euros :
El piano : Estamos tan cerca de ella que puedo ver sus manos reflejadas en el piano. Parece un piano nuevo. ¿Es el mismo toda la gira? ¿Lo alquila en cada ciudad? Es una pena que cuando presenta a la banda no hable de su piano. Las manos : Las manos de Regina Spektor se mueven sobre un grupo pequeño de teclas. Si el piano es una ciudad, ella se queda en un barrio. Y de ahí saca unas canciones impresionantes. Los piropos : Cuantos más piropos recibe, más veces echa mano de la botella de agua para beber. El batería : Es un tipo extremadamente serio, con mucho pelo, que no parece pasárselo muy bien. Debe ser el único en todo el concierto que no disfruta. Anímate hombre, que el telonero “Only son” ya nos ha demostrado que si tienes un iPad no necesitas banda. Los efectos especiales : Humo y luces. Algo muy básico, como los cacahuetes en el avión, por 36 euros. No hacen falta, de verdad que no. Food : Lo dice ella “Si sabes decir gracias y comida, no necesitas mucho más”. Le gusta comer, lo admite. Ha engordado algo, también lo admite. No es la Regina delgada del video de Fidelity. La voz : Puedes perderte en una jungla remota y reconocerla si la escuchas a lo lejos. Hace lo que quiere con ella y todo el tiempo que quiere. Qué difícil volver a la radio del día a día tras escucharla. Peter Gabriel : Peter Gabriel no aparece, vaya por Dios. El sábado Regina y él tocaron un tema en Lisboa. Supongo que “Apres Moi”. Peter, hombre, que estabas al lado y habría sido un detalle. Vino : Cómo me habría gustado acompañar el concierto con una copa de vino (o dos). Un Roble habría bastado. La gente bebe cerveza de unos vasos grandes, como si estuvieran en Pamplona. Más piropos : Hacen que durante unos segundos, antes de empezar un tema, no sepa cuál le toca. Pechos : Sí, hay que decirlo. Regina tiene unos pechos impresionantes. Todo cuenta. Público : Veinteañeros, sobre todo, con ese aire de trabajar en algo relacionado con la cultura y de tener una calculadora a mano cuando abren el Excel. Sí, envida, de la peor. Veo a uno mayor, mayor que yo, con una camiseta de Kraftwerk. Móviles : Hay una media de treinta móviles haciendo fotos o grabando. Nadie se pregunta si el brillo de su móvil molesta a los demás. Nadie parece quejarse. Las entradas : Te las puedes imprimir en casa. Si las pierdes, te las puedes imprimir. Si las vuelves a perder, te las puedes imprimir. Son muy cómodas, pero vaya mierda de entradas. Nada que ver con las que se hacían antes, que te dolía cuando les cortaban una esquina y después venerabas con la misma fe que tu abuela le dedicaba a sus estampas. Cello : Un cellista acompaña a Regina. Me sirve para darme cuenta de algo que debería saber pero en lo que nunca me había fijado : la importancia que tiene en sus temas. Peinado : Sale algo despeinada. Vamos a ver, lógico : Museo del prado por la mañana, Mercado de San Miguel para comer y, es de esperar, siesta. Flores : Una floristería en un barrio elegante, ésa en la que para un personaje de Virgina Woolf para comprar un ramo, sería una buena imagen de su música. Es importante incidir en lo de elegante. Correspondencias : Para terminar en Regina Spektor, uno puede venir por cualquier línea que pase por Tori Amos, o Kate Bush o Fionna Apple. De todas, sin duda, Regina es la más risueña. 10.000 : Son las veces que debe haber tocado cada canción. Las domina de tal manera que puede lanzarlas al aire, dar varias volteretas y recogerlas ahí donde las espera. Sentir ese dominio forma parte del placer de un concierto. Ruso : Canta una canción en ruso para que sintamos, nos dice, lo mismo que ella cuando escucha español. Un tipo a los teclados : Junto al cellista, casi oculto, está un teclista con esa cara del reserva que sabe que no va a salir a jugar. El escenario : Es curioso que, conforme vas cumpliendo años, te gusten los escenarios cada vez más pequeños, sospechando que toda esa música que necesita unos cuantos estadios para expresarse lleva demasiada levadura. Esa también es buena : Lo dijiste de la canción anterior, lo dices de ésta y sabes que pasará lo mismo con la que viene después. “Begin to hope” : del 2006, es un disco que podría haberse titulado también “Grandes éxitos”. Esta mujer ha salido a correr con la medalla de oro ya en el cuello. "Samson" : Es la última canción de los bises. Qué gran canción. Se frota las manos antes de empezar. La voz sigue como al principio, pero ella debe estar agotada. Cuando termina, se marcha como si acabara de escuchar a alguien mayor llamándola desde una habitación. Camina despacio, un poco ensimismada y el piano se queda en suspenso, esperando su regreso. Pero se encienden las luces.
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