domingo, 15 de julio de 2012

Liturgia



Liturgia : Lo pienso cada vez que en un restaurante nos sirven el cesto con el pan : Qué lástima que la invitación de Jesús se quedara en el pan. Quizás eligió el pan porque en esa última cena, él también sentado en una mesa, era lo que tenía más a mano mientras esperaba a que sirvieran el resto. Tenía prisa porque el tiempo se le agotaba.

Supongamos que hubiera tenido más tiempo o que la mesa hubiera estado servida desde el principio, con todos los platos expuestos. Supongamos que Jesús, además de elegir el pan, hubiera cogido un trozo de cordero y hubiera dicho que él estaba en ese ese trozo de carne. Supongamos que hubiera hecho lo mismo con un trozo de rábano picante, repitiendo una vez más que él estaba en él. Supongamos que después hubiera hecho lo mismo con las manzanas y las nueces, repitiendo que él estaba en ellas. Supongamos, en fin, que hubiera podido decir lo mismo de todo lo que se cenó esa noche, permitiendo que, años después, en la liturgia religiosa, cualquier comida hubiera sido aceptada.

Supuesto todo esto, lo religioso y la realidad se mezclarían de una manera distinta, sin límites, ampliando el significado de liturgia a su concepción griega de servicio público. Porque esa misma impresión que tengo ante el cuenco con el pan, en el restaurante de hoy, la comparto con cada uno de los platos que nos van sirviendo. Esa mezcla de trabajo, cuidado, inspiración y materias primas que hay en cada uno. Todos ellos rituales de una liturgia, en el fondo, sin principio ni fin, pública y privada, aquí y en cualquier parte. 

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