De pesca por
Suecia : Se ha acabado el atún, y el tomate, y el queso. Rebusco en el armario
y al final encuentro una lata de skarpsill. No sé qué quiere decir skarpsill. No voy a
buscarlo en google. O arenque, o sardina. Me da igual. Si sé qué IKEA quiere
decir puedes fiarte : y con eso me conformo. Me parece una buena idea echarle
un poco de skapsill, marca IKEA, a la ensalada que estoy preparando y para la
que no he encontrado más ingredientes que la lechuga, marca lechuga.
Entonces, en el momento en el que
estoy a punto de abrirla, me doy cuenta de cómo han dispuesto la anilla de la
apertura para que parezca las agallas del skarpsill. De repente, todas las ideas
que tenía en la cabeza en ese momento se frenan como si hubiera salido el
safety car. Todas. Hasta la lechuga parece muy lejana. La que sí está ahora muy
cercana es la lata, en la que me fijo y a la que le doy vueltas, física y mentalmente.
Algún diseñador tuvo esta buena
idea y peleó por ella hasta realizarla, consiguiendo, como hace el buen diseño, que, en este instante, el interior de la lata esté realmente fuera. No
solo las ideas se han frenado : entre ellas se cuelan, como patinadoras en un
atasco, otras sobre el trabajo, la imaginación, el bueno gusto, el humor, el
diseño y, finalmente, sobre el arte.
Al abrir la lata descubro una masa
líquida que acabo tirando por el desagüe. Ya me lo advertía la fecha de
caducidad, pero andaba entretenido con el diseño. Otra patinadora se suma al
grupo que acaba de pasar.
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