Escobas N´Mopas :
Empieza a caer la que puede ser la última lluvia de Noviembre, en plan canción
de Guns N´Roses, así que la acepto sabiendo que, ya sé, ya sé, para fenómenos
como éste se inventaron los paraguas. Como me vuelve a pillar desarmado me
escondo en una zona protegida mientras espero a que terminen las clases de judo
y de gimnasia rítmica.
Esperar, cuando se sabe que es solo
una cuestión de dejar pasar el tiempo, es bueno.
Junto a la puerta por la que los
mellizos suben cada mañana (Lucía suele ser la primera; Daniel el segundo) hay
un carrito de la limpieza. Es la hora más apropiada para hacer la limpieza
porque las clases no se han enfriado del todo y así la suciedad sale mejor : lo
recomendaban las madres, que no dejaras que el tomate del plato se enfriara y
se secara. Me las imagino de clase en clase, pasando los trapos por la mesas
como si borraran de ellas el miedo, la inseguridad o los problemas que pueda
tener un niño de ocho años.
Pienso en esas máquinas que este
verano recorrían las playas a primera hora para dejarlas listas. Y en esas
camareras que van colocando las mesas para el servicio de la cena. Y en esos
platos con el tomate seco. Y en que a Axl se le fue la cabeza en algún momento.
Pienso también en que a Zidane le
habría venido bien, además de las clases de gimnasia rítmica que le dieron (es
algo obvio), un poco de judo para haber reaccionado frente a Materazzi de otra
forma. Las puertas del polideportivo se abren y me quedo en medio, mirando de
una puerta a otra, tratando de saber por cuál van a salir.
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