Un
paso más hacia la independencia : Los mellizos estrenan hoy sus despertadores.
Cada uno a su manera. Daniel, después de escuchar cómo suena el suyo, un modelo
clásico, el Ford T de los despertadores, me pide que le quite el sonido :
combinará la hora del despertador con el método tradicional (recibir un beso en
la mejilla, escuchar qué día y envolverse en el anuncio de un cumpleaños
o una película). Así lo hago. Lucía prueba el suyo, una especie de conejo Tamagotchi, y, encantada con el resultado, (una mezcla de avisos sonoros con la
potencia que se debió escuchar en Fukushima seguidos por una canción de serie
de heroínas japonesas) me anuncia que ya no me necesita por las mañanas. ¿Ni
beso? Ni beso. ¿Me asomo?. No. No me tomo sus indicaciones en serio y cuando
abro la puerta esta mañana me pregunta, gritando, qué es lo que hago. Cierro la
puerta con cuidado y me alejo caminando de espaldas, haciendo pequeñas
reverencias, suplicando clemencia, pidiendo perdón.
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