Figuras de una exposición : Esto es lo
que pasa si haces las cosas sin convicción : cuando el miércoles pasado vamos a
Carrefour a comprar unos disfraces de Halloween, los empleados ya están
desmontando los expositores. Hay poca paciencia en Carrefour, me digo. Los
mellizos tienen que replegarse porque tres hombres muy eficientes van guardando
en cajas las falsas calabazas, los falsos esqueletos, los falsos colmillos.
Ellos están desorientados y yo un poco abatido al ver que se les reduce la
oferta y se les acaba el tiempo. Acabamos encerrados en una esquina, echando en
el cesto unos adornos para colgar. Les digo que nos vayamos corriendo con
nuestro botín antes de que nos lo confisquen.
En El Corte Inglés tienen más paciencia.
Nos pasamos por allí esta tarde y vemos que todavía tienen montado el puesto. Es,
exactamente, esto : la oferta de Halloween para los que no lo han celebrado y
deciden a última hora que sí, que bueno, que tampoco está mal ponerse un traje
de huesos. Si la situación económica fuera otra, seguramente no harían este
esfuerzo para rebañar clientes como nosotros. Pero cada euro cuenta. Daniel se
decide por un traje de esqueleto con huesos blancos. Lucía, por otro de huesos
rosas, claro.
Así que tenemos dos esqueletos
cenando con nosotros. A los esqueletos les gustan las salchichas y el zumo de
naranja y la pizza. Como es Halloween, no le decimos nada a Daniel cuando se
llena de ketchup el plato. Como es Halloween, tampoco le decimos nada a Lucía
cuando se dedica a dibujar figuras y a pegarlas con celo por toda la casa: es como
pasearse por su cabeza en una particular jornada de puertas abiertas.
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