La
combinación del candado : Atada junto a una verja del trabajo hay una bicicleta : a las diez extiende su
sombra como una invitación para que me suba a ella. Es una sombra prometedora, decidida,
ágil. De las que necesitan arrastrarse por superficies agrestes para sentirse
viva. La observo durante el tiempo que me lleva comerme la manzana que me he
traído. Me subiría a ella si supiera exactamente dónde ir, pero no tengo una
idea clara y así me serviría de ella solo como un salvavidas. Eso tan difícil
de saber qué se quiere y que es lo único que abre el candado. El problema para
dar con la combinación es que en este momento estoy bien : la gente charla en
las mesas de la terraza de enfrente, noto la sombra del árbol sobre mí, la boca
se me llena del jugo de la manzana y veo entrar y salir de este parque
empresarial furgonetas de reparto : Halcourier, DHL, Nacex. Ese movimiento de
mercancías que todavía bombea algo de vida comercial a la zona y que nos
protege. A pesar de todo, cuando tiro el corazón de la manzana a una papelera y
me marcho, me gusta saber que esa sombra seguirá ahí mañana, como el discurso
de una serpiente con una paciencia larga como ella.
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