Pequeñas manos golpean la puerta : Tenemos
tiestos de verdad, tiestos en tetrabricks, tiestos en recipientes de barro de
yogures (ese último lujo que se añade a la cesta). La pequeña terraza está
llena de tiestos. Nosotros, que sólo tuvimos girasoles de plástico junto a la
entrada. Les dijimos que sí a todos pensando que posiblemente de alguno de
ellos saldría una planta. Las plantas ahora asoman de los tiestos de verdad, de
los tiestos en tetrabricks, de los tiestos en recipientes de barro de yogures.
Hasta el garbanzo tiene su planta.
Pusimos uno en la tierra porque era solo un garbanzo, porque resultaba más
practico ceder que argumentar que de un garbanzo (ahora sé bien que no es así)
no podría salir nada. Es una planta curiosa : las hojas parecen crecer pegadas
al tallo principal, que se va desarrollando por fases, no de una forma
continua. Ese tono de verde, la flexibilidad del tallo, la forma de las hojas :
todo estaba en ese garbanzo que parecía sin vida, como una casa con tablones en
las ventanas y el cartel de “Se vende” pegado a la puerta. Está claro que lo
único que hacía falta era saber cómo llamar.
Parece
que la condición para que todo esto funcione es que las semillas pasen por sus
manos. Si se cumple, el mecanismo que tienen dentro empieza a despertarse (todo
el movimiento de espirales que se despliegan parece un lento desperezarse). Podríamos
continuar con las lentejas. Con las judías. Ahora todo parece estar esperando
para revelarse.
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