La petaca de Jack
Daniel´s : Hoy habría sido un buen día para tener a un culé como compañero de
trabajo. Supongo que los dos nos habríamos mirado como soldados que, desde
distintas trincheras, han caído bajo el mismo enemigo. Cagoentodo. Tal vez
hasta nos habríamos enseñado las marcas de las cuatro heridas, cuatro,
recibidas en el ataque : en mi caso, por Lewandowski, el mismo francotirador
polaco. A falta de ese apoyo, paso la jornada sabiendo cómo se siente un
invertebrado : del Atleti.
En la pescadería descubro cómo me
han visto los demás : exactamente como esos lenguados amontonados, cubiertos de
hielo, y con los dos ojos en el mismo lado de la cara. Dos, tres, da igual.
Aunque hubieran sido cinco, no habrían sido suficientes para tener localizados
a los jugadores del Borussia en el campo porque ayer estaban por todas partes.
Miro el precio por si, por simple pena, los lenguados estuvieran en oferta. No
: 7,50 € el kilo.
Le pido al pescadero que me prepare
uno en filetes. Se acerca, los observa y niega con la cabeza. Son demasiado
pequeños, me dice. Remueve uno. Levanta otro. Lo hace sin mucha gana, como si
fuera un mostrador del que hubieran desaparecido las gangas. Que no. Vuelve a
negar con la cabeza, dándome a entender que de estos lenguados no se puede
esperar mucho. Yo quiero pensar que sí, que queda el partido de vuelta, que si
todos los lenguados del Madrid nos reunimos en el Bernabéu, es posible que nos
llevemos una alegría. Nuestro apoyo será una cuestión de cantidad, que no de
calidad, porque ni enterrados en hielo hasta el martes lograremos que dejen de
dolernos los golpes que recibimos en nuestro orgullo. Por mucho hierro que haya
en nueve Copas de Europa, eso no nos hace insensibles y si nos pinchan
sangramos, si nos hacen cosquillas nos reímos.
No veo mucha fe en el pescadero,
que parece dar por perdido lo de los lenguados y me ofrece los gallos. Los
gallos, me dice, son otra cosa. Me los enseña. Digo que sí con la cabeza, un
poco humillado por no haber peleado algo más por los lenguados. Los gallos
están bien. Que me ponga dos. Ajá, dice. Les corta la cabeza con un tajo
preciso, después les saca las tripas y termina arrancándoles las piel con una
profesionalidad ejemplar, como el que le da la vuelta a los calcetines. Como manual de
instrucciones no está mal para el partido de vuelta.
Durante todo el día, sin embargo,
guardo un secreto : el gol de Ronaldo es como la petaca que detiene el tiro
destinado a cruzarte el corazón. Es posible que los del Borussia piensen que ya
han hecho todo lo que se esperaba de ellos, pero ya advirtió el Mike de
Breaking Bad que hay dos formas de hacer un trabajo : la buena y la que deja testigos.
Y espero que el martes los del Borussia descubran pronto que la suya fue la mala.
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