Nieve
virgen : Se han lavado los dientes (y con el cepillo en la boca han vuelto al
salón para ver qué ponían en la televisión cuando no hay programas infantiles),
han hecho pis (discutiendo quién era el primero), han comprobado que tienen su
mochilas listas (con las hojas de los deberes en la primera lengüeta de la
carpeta), han dejado a mano los juguetes que quieren encontrarse cuando mañana
abran los ojos (sin importarles que los demás estén ordenados o no), han hecho
unas cuantas preguntas (Daniel : si mañana hará buen tiempo; Lucía : si vamos a
estar en el salón). En esos diez minutos, el reloj avanza media hora. Les
decimos que es el momento de meterse en la cama y, por fin, obedecen. Se
extiende por la casa ese silencio de obra acabada, semejante al de la nieve
cuando termina de cubrir un pueblo. Solo quedan los besos de buenas noches,
pero dejo pasar el tiempo en el pasillo, hasta que uno de los dos me llame.
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