Comida rápida para el ego : Con la excepción de algún hotel, que no tomo en
cuenta porque es posible que me lo esté imaginando, nunca he aparcado en una
plaza con un "reservado" escrito con letras capaces de leerse desde el espacio.
Pensaba que venía a este McDonald´s por esa camarera que sigue empezando sus frases con un “cariño”, por la
pantalla plana en la que ponen un partido de la Liga inglesa en la que no
tardan en meter un gol, por el aparato de aire al que acuden los ciclistas a
poner duras sus ruedas para que pulvericen piedras, por ese chino que responde
afirmativamente con la cabeza a cualquier pregunta que le haga la dependienta,
por la sensación de estar en un aula de extraescolar en la que siempre hay un
niño con uniforme, por esa tranquilidad que rodea a una familia cuando todos
mastican (como si por fin consiguieran ponerse en orden), por ese extraño olor
a pan recién hecho que llega de la tienda de al lado cuando ya no queda pan, por
esa mezcla de acentos que se oye al fondo de la cocina, por la imagen de
controladora de la NASA que tiene la que atiende los pedidos de los coches y
las naves espaciales, por la gran cantidad de monedas de cinco céntimos que hay
en una urna (que me hace sentir, solo con pensar que tengo que echar una yo
también, que soy un tipo generoso), por la sensación de estar de viaje que da
el ver llegar y salir coches de la gasolinera, o por tener la wifi y los baños
igual de limpios. Tal vez toda esta lista tenga su importancia, pero he de
admitir que el saber que esa plaza está reservada para mí también influye. Un
día diré que es lo de menos. Otro, que es lo fundamental. Depende del hambre que
tenga el ego.
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