El calzoncillo del oso
: Caminar y
frotarse con todo lo que vaya surgiendo para quitar capas. Esto es caminar.
En una
tienda de Chueca veo un oso de peluche con huevos y polla de peluche. Lo raro
es que me parezca raro y que nos hayamos acostumbrado a todos esos animales a
los que se les ha capado para que, supongo, dos hermanos no se aticen con ellos
agarrándolos por la entrepierna. Lo primero que pienso es “anda, si tiene
cojones” y después “¿serán proporcionales al tamaño del oso?”. Me parecen un
poco grandes, pero de ese tema no sé nada porque de eso apenas hablan en los
documentales.
Al lado del
oso con sus partes expuestas, hay otro que lleva calzoncillos y que marca
paquete. Siendo el mismo objeto, ahora la mirada ya es totalmente distinta. Es
el calzoncillo el que lo convierte en algo obsceno. En el contrapunto que hace
que la mirada se caliente : a un niño le podrías regalar el primero, pero nunca
el segundo.
Agradezco
que el escaparate me haya movido la cabeza. Esto es pasear. En un par de
minutos estaré tomándome un vino con dos amigas, rodeados de parejas gais en
mesas pequeñas, transmitiendo esa sensación de que da igual que día sea, para
ellos siempre es jueves por la noche.
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