Los cordones
desatados : Cada año tardo menos en ver las exposiciones de PHotoEspaña. Esta
mañana voy a las del Círculo de Bellas Artes y unos minutos después de pagar
tres euros para entrar ya estoy fuera. Si sigo así, dentro de unos años me
bastará con quedarme de pie en la entrada un minuto para cumplir. Y años
después solo tendré que girarme en la cama para verlas todas.
Tengo
la impresión de que PHotoEspaña se ha convertido, básicamente, en una defensa
de la fotografía oficial frente a la que todos hacemos con los móviles. De lo aristocrático
frente a lo plebeyo. De lo profesional frente a lo amateur. Que el tema de este
año sea el cuerpo y no se consideren las hechas con los dispositivos móviles me
parece una manera de negar lo evidente. Otro sector que, frente a la ruptura provocada
por la tecnología, se refugia en lo académico, en la historia, en lo que ya
está bendecido.
El
caso es que el ojo no encuentra ni el formato ni el estilo rápido en el que
está siendo educado. Como si no pudiera andar por ahí un nuevo Cartier-Bresson
con el iPhone en el bolsillo de atrás.
El resultado es que gran parte del
tiempo que ahora me paso en una exposición lo empleo en leer cualquier cosa que
esté impresa en las paredes. Las palabras siguen teniendo preferencia :
"Uno de los grandes pasos de mi fotografía fue cuando fotografié las
hierbas en la nieve...De súbito, una fotografía que había tomado se veía
maravillosa sin ninguna textura...Había descubierto algo" (Harry Callahan)
De
nuevo en la calle, con la mirada hambrienta, me doy una vuelta por Chueca.
Descubro, casi por azar, un dibujo hecho sobre una pared de ladrillos. Una
niña, en cuclillas, se protege con un paraguas de una lluvia de pintura de
colores. Tiene los ojos cerrados. Los cordones de sus botas amarillas sueltos.
También esta obra tiene su texto : Be free.
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