Cómo lograr el
cierre al vacío : Aprovecho que por la noche la marea baja para caminar por la
casa a ver qué ha dejado el día en la arena. Un paseo de pijama, despreocupado
como un vigilante que recorriera las salas de un museo sin cuadros.
A veces aparece
algo, pero no pasa nada si te quedas con los bolsillos vacíos porque el
ejercicio es bueno. Esta ronda cierra el día de la misma forma que para otros
lo hace un poco de meditación, un cigarrillo en la terraza, un vaso de
chocolate en la cocina a oscuras o unos minutos de zapeo sin sonido.
Hoy encuentro algo: un folleto con
la obra de teatro que los mellizos han visto esta mañana y de la que han hablado
en la cena. A Daniel le ha gustado mucho. A Lucía, nada. “Avner the Eccentric”.
Maestro de clowns, dice el texto. Sencillas acrobacias y cuentos sin palabras,
dice el texto. Se le ve sentado en una mesa con una camisa, tirantes rojos y un
pañuelo que le tapa la cara.
Me hubiera gustado ser el chófer de
ese autobús repleto de niños camino del teatro. No tiene pinta de ser un trabajo muy agradable, pero debe
compensar hacer trayectos como éste, con treinta niños encantados de que les
rompan la rutina con una obra de teatro escrita, dirigida e interpretada por
Avner Eisenberg.
Al leer lo de Eisenberg salto del
autobús a una caravana en Albuquerque. Y de la caravana a esa escena en la que
Walter White le pide a un traficante que diga su nombre.
-Say my name
-Heisenberg
-You´re damn right.
Busco un vídeo en youtube. Éste. Lo
veo un par de veces. Después vuelvo a Avner, al autobús de los treinta niños, y
a la cena en la que Daniel dice que le ha gustado mucho mientras Laura niega con la
cabeza.
Me parece suficiente para hacerle
el nudo al día. Para dejar fija la carta de ajuste. Me salto lo del vaso de
chocolate en la cocina a oscuras y me marcho a la cama.
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