Levántate y huele : Al terminar la cata
de cava, uno de los organizadores se acerca al micrófono. Lo agarra como si
acabara de llegar del futuro y tuviera un par de cosas interesantes que
decirnos. Parece un profeta bromista, de los que solo va a hablarte de los
flecos que cuelgan del gran tapiz de la
verdad y no de lo que en él está escrito. Se sube las gafas con el índice y
levanta la botella que tiene en la mano izquierda para pronunciar una frase
definitiva :
-No habéis olido un vino como éste.
Y tras la frase no se rasga el velo
de ningún templo: es posible que a una señora de Albacete se le enganche la
manga con el pomo de la puerta. Como mucho.
Dos chicas van sirviendo el vino en
este ambiente hipster de música indie y cultura enológica. El profeta añade que
estas botellas son de su pequeña bodega, que ha mimado mucho el vino, que lo
que produce acaban bebiéndoselo los amigos, que así no va a hacerse rico.
Mientras espera a que todos estemos
servidos, el profeta huele su copa y hace unos cuantos aspavientos de personaje
de ópera. Los hipster de guitarra y barba le miran un poco desconcertados. Si
se arranca un poco más, podríamos tener al Freddie Mercury de Rock in Rio
frente a nosotros. Demasiado personaje para tan poco escenario, pero no tengo
nada que decir.
Espero obediente a que me sirvan.
Está claro : el vino es tinto o no es. Lo vuelvo a pensar al ver cómo cae en mi
copa. Me lo acerco a la nariz y lo huelo. El profeta tenía razón. No he olido
un vino como éste en mi vida. Yo, que pensaba que no tenía olfato, descubro que
mi nariz cobra vida como una noria de juguete a la que enchufaran a una central
nuclear. A esto yo lo llamo un pequeño milagro. No puedo de dejar de oler la
copa como si ahí dentro estuvieran las pistas para dar con algunos sitios
secretos. Qué lástima no ser perro.
El profeta disfruta con nuestras
reacciones. Levanta la botella de “I´m the mocker” como si fuera un premio que
se hubiera concedido él mismo. Un premio merecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario