Cerdas tan limpias : Hoy se juntan dos
noticias. La irrelevante es la compra de dos cepillos de dientes eléctricos
para cambiar los dos que tienen los mellizos, desgastados como si se hubieran
utilizado para sacarle lustre a la fachada del Palacio Real. Quería llevarme
solo el recambio de los cabezales, pero un cartel anunciaba que ya solo se
venden los de los nuevos modelos, con un diseño prácticamente idéntico al
antiguo. Entonces cambio el orden del proceso y primero tomo la decisión de
comprar los cepillos nuevos (me convence su peso) y después me lo pienso. Pensar
así, sin la presión de tener que llegar a una conclusión ya definida, debe ser
la mejor manera de llegar a la razón pura.
Es cuestión de tiempo que la
relevante vaya perdiendo fuerza hasta que un día lo que quede de hoy sea ese
momento en el que prefiero no enfadarme (que si la obsolescencia, que si el
medio ambiente, que si más gastos) y me llevo dos cepillos eléctricos nuevos
anticipando el placer de romper el envoltorio, poner pilas nuevas y ver la
velocidad con la que se mueven las cerdas.
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