Los tres panties de la loba : En el
barrio hay un local en donde, en un par de años, primero ha habido un gabinete
psicológico (supongo que para que pequeñas manías, porque el sitio es muy
pequeño), después una frutería (con un género que parecía venir aquí a terminar
su ciclo de vida) y, ahora, han instalado un gimnasio con máquinas que, en
veinte minutos a la semana, te dejan el cuerpo listo (sin permitir que sudes).
Aunque me he acostumbrado a ese
fluir de negocios como manifestación de la teoría de la oferta y la demanda (de
la que se protegen las grandes empresas con métodos que solo se les permite a
ellas), me siguen sorprendiendo esas tiendas que parecen llevar en el mismo sitio
desde antes de mi nacimiento.
En el paseo por Valladolid me quedo
mirando el escaparate de una lencería. Los precios están escritos a mano sobre
trozos de cartulina diferentes. No hay fotos de modelos: no hay fotos. Se ven unos
cuantos carretes de hilos. También trabajos de ganchillo. Y, saliendo de una
pared de corcho, tres piernas mostrando diferentes tipos y precios de panties.
Es posible que dentro haya una
dependienta mayor leyendo hasta la última palabra del ABC, un café con leche
servido en una taza de cristal sobre un plato a juego, una radio a pilas de
fondo de las que se sintonizan a mano y un gato tranquilo retrasando con su
sueño el ritmo de un reloj al que hay que dar cuerda cada dos días. El ambiente
de una tienda de la que los clientes llevan saliendo decenas de años pensando
que han hecho su última compra ahí. Habría
que estudiar este marketing de ganchillo capaz de encontrar su hueco en el
marketing de redes.
Tal vez el mirar un escaparte frente
al que se ha detenido tanta gente estimule la imaginación. Al ver esas tres
piernas me imagino una nueva versión del cuento clásico en el que una loba
trata de entrar en las casas de los tres cerditos enseñando la pierna. El
primer cerdito cede ante la tentación que esconde un panty rojo de 3 €. El
segundo no puede resistirse a la historia que sugiere el panty blanco de 6 €. Y
el tercero, que se creía capaz de evitar cualquier invitación lujuriosa, cae
ante la loba que se presenta con un panty térmico de 6€, la que intuye que el
frío que lleva el cerdito dentro no se calienta con el fuego de un cuerpo
listo.
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