El coche prohibido a los consejeros : Que los consejeros de una gran caja de ahorros se
gasten en burdeles el dinero de una tarjeta no declarada a Hacienda no me
importa. Siempre es bueno que la familia se reúna. Donde no quiero ver a esos canallas
es en una tienda de Tiger pagando con su tarjeta. Más que lo que exponen, lo
que me gusta de estas tiendas es esa alegría contenida que compartimos los que
andamos por ella sabiendo que podemos permitirnos cualquier capricho que se nos
antoje. Nos movemos por los pasillos como si fuera una zona franca, un pequeño
refugio, una tregua con nuestra cartera. Puedes llevarte lo que quieras. Mejor
aún: lo que no necesites. Ese pequeño coche blanco que hace de soporte para una
fotografía, por ejemplo. Un consejero, con el cansancio del que ya no sabe lo
que es el dinero, rompería este ambiente de comida de domingo al sacar su
tarjeta y ofrecerla con la desgana del que en la primera mano siempre recibe la
escalera de color, sugiriendo así que no merece la pena que descubramos nuestras
cartas.
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