El león doblemente abandonado : La
farmacéutica consulta el precio de la crema de la receta en el ordenador. Lleva
su tiempo: en alguna parte del mundo una hija llama a su madre para decirle que
va a ser abuela. El dato finalmente aparece y se sobresalta al verlo como si le
hubieran pasado una foto suya en lo más descontrolado de Nochevieja. Veo que
piensa “¡coño!”. Yo pienso “¡joder!”.
-Dieciséis euros – suelta – Sí que
es cara.
Voy sacando la tarjeta para que no
me duela tanto como si pagara en efectivo. Así de tonto soy. La sostengo entre
los dedos un momento, a ver si de ese silencio en el que se ha encerrado la
farmacéutica sale con alguna receta tradicional barata e infalible.
-Si frotas el grano con piel de
morcilla de arroz durante diez minutos, todo desaparece.
En vez de eso, dice :
-El ácido fusídico sale por unos
tres euros. Y lo otro es un antibiótico.
Veo que me quedo sin cenar las morcillas
que iba a comprar. La buena mujer me ha dado información para calcular el
tamaño del margen que se lleva la compañía farmacéutica. Pasa la tarjeta por la
terminal como si de mi cuenta cortara una loncha de dieciséis euros.
Esta tarde ha resultado algo
violenta. Hemos visto, de regreso del colegio, un municipal ayudando a un hombre
con un casco caído en la calle, junto a un coche con parte del morro destrozado
y una moto tumbada. Hemos visto una ambulancia detenida junto a un supermercado
con todas las luces encendidas. Quizás, para contrarrestar, he pensado en lo de
la hija con su madre y he imaginado unas luces de Nochevieja.
Pero todavía queda algo más. Al
salir de la farmacia nos encontramos con un león de peluche abandonado en la
calle. Y pienso en ese oso de peluche sin un ojo que flotaba en una piscina en
“Breaking Bad” y en ese otro chamuscado que aparecía en los flashbacks de “The
blacklist”. Mi mirada sobre los animales de peluche ha perdido su inocencia.
Quizás por eso, a pesar de tener en mis manos una crema capaz de cualquier
milagro, no se la aplico a este león. Sí está aquí es por alguna importante
razón dramática. Y ahí lo dejo.
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