miércoles, 3 de septiembre de 2014

El baile de la goma




El baile de la goma : El lápiz que utiliza Daniel para hacer los ejercicios de lengua está mordido en el centro, entre la punta y la goma. Parece que lo hubiera hecho Bernie, el hámster, al que es posible que por las noches Daniel le pase el cuaderno y el lápiz para que le eche una mano. Una pata. Las noches de Bernie deben ser largas y aburridas, por lo que este tipo de ejercicio no le vendría mal. Me lo imagino royendo el bolígrafo y pensando si royendo se escribe con i griega o con elle.

En cualquier caso, los ejercicios son sencillos, diseñados para la falta de atención de las largas tardes de verano. Un saco colgado del techo al que darle unos cuantos golpes para no perder la forma. Echo de menos esa sensación de recibir una hoja corregida sin ningún círculo rojo. Tal vez sea eso lo que busquen los que hacen sudokus o crucigramas, volver a ese momento en el que se habían dado todas las respuestas y todas erran correctas.

Una frase dice “En Navidad comemos turrón, polvorones”. Otra, “En invierno hace frío, hace viento”. Abajo, en la piscina, cada día la sombra cubre un poco antes la superficie. Los niños van apurando estos últimos días con la misma intensidad que el primero. Los padres se detallan las vacaciones en las sillas de plástico sin buscar ya la protección de las sombrillas. Abundan los detalles pero falta la ilusión del plan.  

He entrado en el cuarto porque este silencio de concentración es acogedor. No digo nada. Ni eso está bien. Ni ahí te has equivocado.   

El baile de la goma reproduce el de la mina sobre la hoja, así que se puede decir que lo que está escribiendo el lápiz por un lado, lo está borrando por el otro. Todo esto que está sucediendo también está desapareciendo. 

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