Bajar la guardia
: Detrás de esa puerta hay unas doscientas niñas, entre cinco y quince años,
haciendo una exhibición de gimnasia rítmica. Pasamos dos horas sentados, viendo
cómo se presentan todas las combinaciones posibles de gimnastas y tipos de
ejercicio.
Entre ellas está Lucía. Me
sorprende reconocerla a lo lejos, mientras espera con su grupo, por algún gesto
suyo. Algo muy leve que no soy capaz de definir. Junto con una amiga suya, de
rasgos chinos, ejecuta posturas que nunca le he visto hacer antes. Todo eso
estaba dentro.
Solo realiza dos ejercicios. Entre
uno y otro, aprovecha para ir al baño. Pasa delante de nosotros corriendo, con
la espalda recta. Es el único momento en el que no la veo a través del objetivo
de la cámara, sin tener que calcular la relación óptima entre exposición,
sensibilidad y diafragma. El placer de mirar por mirar y de experimentar esa
cercanía que la cámara no te permite.
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