Bastará para
sanarme : Hemos cubierto las zonas peligrosas de la realidad con trozos de
espuma que amortiguan el golpe hasta tal punto que ni siquiera lo percibimos :
usamos “low cost”, por ejemplo, para creernos que si compramos cosas baratas no
es por obligación, sino por el placer de gastar poco. Son las pequeñas
trincheras del idioma. El chupito que uno se sirve cuando se queda
solo. La parada del autobús iluminada en mitad de la noche.
Ahí está ese cartel del Carrefour.
Hay carros grandes y medianos. Si a cualquiera le preguntas cuál es el opuesto de grande, jamás te responderá que mediano. Ese cartel es el trabajo de alguien
inteligente que ha utilizado una palabra con una precisión que me pone de buen
humor. Es una pequeña trampa, de acuerdo, pero está a la vista a pesar de que
haya que hacer el pequeño esfuerzo de fijarse.
Con las cifras todavía calientes
del acuerdo en la mesa, la última batalla entre países, por lo que vemos, está
en el idioma. Se permiten variaciones de miles de millones, pero la palabra que
designe el acuerdo ha de ser una.
Y es importante. El que entra a
hacer la compra con un carro mediano cree conservar algo que seguramente ya le
hayan quitado.
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