Curso de escaparatismo para tienda de
chinos : Tan pronto lo vea anunciado, haré el curso de escaparatismo (Fernando
Vallejo me perdone por el uso de esta palabra y el de los paréntesis) para
tienda de chinos. Es algo que le hará mucho bien a mi currículo y conseguirá
que destaque entre los demás, que sacarán su Master en el IESE o en el MIT o en
la ÉNA pensando que la mano es suya y habrán de aceptar su derrota al verme
cualificado, con nota, para un trabajo con futuro.
Detrás (o debajo) de ese descuido o
aparente dejadez de todo escaparate, en el que, quien no se fije, solo se
encuentra con una mera acumulación (de peluches, por ejemplo), hay una cuidada
estrategia que siempre, siempre, logra sus objetivos. Objetivos que son dos, a
saber : atraer tu atención de forma inmediata y obligarte a recorrer todo lo
expuesto sin dejar nada por observar, como esas ancianas que dan cuenta del ABC
desde el titular a la última palabra.
-Sírveme otro café con leche, bonita, que me he atascado en la sección de sucesos.
-Sírveme otro café con leche, bonita, que me he atascado en la sección de sucesos.
Los peluches, decía, se amontonan
con una cuidada combinación : se mezclan los reconocibles con los extraños, los
que se sugieren por una parte con los que se muestran enteros, los de niña con
los superhéroes, las reproducciones fieles con las copias en la que te detienes
a ver cuáles son las diferencias con el original.
No tengo intención de comprar
ninguno (ya me he gastado el presupuesto de bolsillo en gomas para pulseras)
pero los repaso uno a uno porque lo que tengo delante es, temas de marketing
aparte, una buena representación de las capas que va formando la memoria con
los objetos que le vamos ofreciendo. Esa imagen resulta tan poderosa y real por
sus sugerencias, sus extrañas combinaciones, sus sorpresas y su caos (los
cajones con las vivencias ordenadas por colores no existen) que durante el
tiempo que miro puedo estar a la vez en los dos lados del escaparate.
Algo así no se logra al azar. Hay ahí un ritmo, una narración, una elaboración de contrastes que no son fruto de la casualidad. Pensar que las cosas pasan porque sí impide analizar cada escaparate como lo que es: una lección de economía para el siglo veintiuno y para el veintidós. Si en un plazo corto no sale ese curso de escaparatismo para chinos, tendré que crearlo para darle alguna oportunidad a todos esos negocios que no son ni sucursales bancarias ni bares. La última línea de defensa antes de la derrota total.
Algo así no se logra al azar. Hay ahí un ritmo, una narración, una elaboración de contrastes que no son fruto de la casualidad. Pensar que las cosas pasan porque sí impide analizar cada escaparate como lo que es: una lección de economía para el siglo veintiuno y para el veintidós. Si en un plazo corto no sale ese curso de escaparatismo para chinos, tendré que crearlo para darle alguna oportunidad a todos esos negocios que no son ni sucursales bancarias ni bares. La última línea de defensa antes de la derrota total.
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