El momento de revisar la quilla : Unos pocos
días en Gijón para descubrir si esta vez logramos ver a la nutria del acuario;
comernos unos carbayones; ver la playa con la marea alta y baja; dejarnos caer
en la cama del hotel de espaldas con los brazos abiertos nada más entrar en la
habitación; desayunar tranquilamente leyendo noticias locales sin dejar una frase;
escanciar sidra en “La Galana”; leer los nombres de las calles solo por
curiosidad; detenernos en los helados que se anuncian en los puestos para este
verano; elegir dónde comer por el diseño de las mesas; escuchar retazos de la
conversación de al lado; ignorar las indicaciones del navegador; cambiar el ritmo
del reloj por el del sol; poner la televisión para ver programas sobre cachopos
gigantes o rutas de chigrines; extender una toalla en nuestra cama y vaciar
encima lo que hemos comprado, todo lleno de colorantes y conservantes, para
cenar; despertarnos por la mañana y fijarnos en un punto iluminado de la
habitación; olvidar lo que nos costó ganar el dinero que entregamos; elegir unos
calcetines con diseño de vaca y apoyarnos en el muro del paseo marítimo para
ver esas embarcaciones que, en el dique seco, están elevadas para poder revisar
su parte sumergida y su quilla.
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