La presa de la Décima : Parece un día
normal. Estamos comiendo de nuevo en el restaurante oriental con la botella de Llama de la última vez. Como no queremos equivocarnos, repetimos
también la gran mayoría de los platos que nos gustaron entonces. Nada de
riesgos. En el brindis, por ejemplo, seguimos la fórmula de “por muchas comidas
juntos”. Normalmente no se me ocurre ninguna mejor, pero hoy estoy a punto de
hacer una excepción. La evito y durante un buen rato mantengo la atención aquí
porque en ninguna de las conversaciones de las otras mesas se habla de fútbol.
Es mejor así para retrasar los nervios. Nada de fútbol aunque en unas cuantas
horas juguemos la final de la Copa de Europa en Lisboa. Conviene mantener la
sangre fría, como si así el propio equipo, por esas extrañas conexiones que hay
con la afición, pudiera también percibir esa relajación. Podríamos estar
comiendo en un portugués para sentirnos más cercanos. Frente a eso, alejarse de
Lisboa con pato laqueado, sushi y dados de ternera tal vez sea una estrategia
más apropiada. Pero me fijo en el bolso y donde debería ver una cremallera
abierta me encuentro con una mandíbula dispuesta a morder lo que sea para
atrapar la presa de la Décima y no soltarla. ¿Para qué continuar con esta
velada zen cuando los objetos alrededor han empezado a tomar partido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario