La parte no gastronómica de la receta :
Para que las empanadillas tostadas alcancen ese punto apropiado que les ha dado
merecida fama, es necesario meterlas en el horno y vaciar las mochilas, alabar
un dibujo que sale doblado de un bolsillo, preguntar quién se ha dejado el polo
encima de la cama, colgar la lavadora evitando que se caigan las pinzas, repasar
una cuenta mentalmente y después con el móvil, responder al wassup de una madre
preguntando si ha aparecido un pantalón de su hijo entre la ropa de algún
compañero de clase, pasar los libros de la mesa grande a la pequeña, escribir a
las demás madres si han encontrado una prenda de Daniel entre la de sus hijos,
pasar los libros de la mesa pequeña a la grande, buscar el dinero justo para
una excursión o para uno de esos cumpleaños que se celebran cada semana, leer
una circular del colegio, escribir una nota en la agenda avisando de que mañana
hay una cita con el médico, preguntarse dónde está la pareja de ese calcetín,
limpiar los zapatos sabiendo que es cuestión de tiempo que por un tema
estadístico acaben con la puntera destrozada, darle la vuelta a los gorros de
natación, aprenderse lo que van a servir mañana en el comedor para responder a
las preguntas cuando surjan, añorar ese tiempo en el que las cosas se mantenían
en su sitio más de un día, añorar, siendo precisos, el tiempo en el que cada
cosa tenía su sitio, leer los mensajes que van llegando al móvil, distribuir
los objetos del salón en cada uno de sus cuartos, hacer un hueco en las mesas
de estudio para que sirvan de estudio, recordar la ropa que necesitan para comprarla
en una escapada, olvidar algunos temores, parar un par de segundos para
priorizar asuntos en la lista de tareas pendientes, recordar algo bueno del trabajo,
darse cuenta de que había otra opción para solucionar un problema, encontrar la
pareja del calcetín y guardar los dos en su cajón, disfrutar un rato de un
cajón en el que la ropa está ordenada sabiendo que también gracias a él la casa
se mantiene en pie, calcular el coste de alisar una pared, pasar la mano por
una sábana, mirar el reloj y detenerse de repente al recordar, por el olor que
llega de la cocina, que en el horno había unas empanadillas que se deberían haber sacado hace tiempo si no se hubiera querido seguir, escrupulosamente, la
receta de las empanadillas tostadas, de las que en el plato no quedan ni los
bordes más crujientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario