Una llave en el
estómago : Los días de fiesta, los candados parecen proteger las tiendas de los
propios dueños, que pueden pensar que es mejor abrir un rato para sumar unas
cuantas ventas. Solo unas horas. ¿Y cómo no entenderlos?. En un tranquilo paseo
por el Rastro puedo ver bastantes negocios abiertos: para comprar una sartén, o
arena para el gato, o un juego de brocas para la casa. Pero lo que mantiene la
calma de la mañana son esos candados cerrados de los que los dueños, para evitar la
tentación de abrir y así concederse un desayuno sin afeitar, asomados a la
terraza, con el café en una mano, es posible que se hayan tragado la llave
justo después de usarla.
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