Ésa de delante es mi espalda : Por un momento voy detrás de mí en la escalera automática
del metro y me veo de traje, con el pelo blanco y llevando una cartera en la
mano derecha. Puedo ser yo aunque no me vea la cara. Voy rígido. En las arrugas
del traje veo el cansancio de la jornada sobre otro cansancio acumulado año
tras año. La distancia que me separa de mí, de esa espalda que tengo delante,
es mucho más pequeña de la que tengo con los que veo ascendiendo por la otra
escalera. Podría darme un golpe en el brazo y preguntarme qué habría cambiado
si hubiera podido. No sería necesaria una conversación larga. Tan solo unas
cuantas palabras en lo que llegamos al final de la escalera. Aunque es posible
que después de mirarme y de reconocerme ladeara la cabeza un poco para decirme
: Nada.
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