La tensión de la correa : El perro va
detrás de la chica, caminando rápidamente para ponerse a su lado sin
conseguirlo. Me identifico de inmediato con el perro porque cuando hago fotos y
me retraso me veo en la misma situación, obligado a recuperar el tiempo perdido
con pequeñas carreras. También yo noto esa correa. Eso no impide que, a la vez,
me sienta como su dueña porque en muchos paseos con los mellizos, tras
detenernos en esos lugares que convierten la ciudad en un reclamo, echo a andar
sin mirar atrás, como un tanque ascendiendo por la colina que nos llevará a la
victoria.
En cualquier caso, todo ese movimiento aumenta el placer que experimento sentado sobre un pequeño muro. Este rato en el que no soy ni perro ni dueño.
En cualquier caso, todo ese movimiento aumenta el placer que experimento sentado sobre un pequeño muro. Este rato en el que no soy ni perro ni dueño.
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