Para reclamar las huellas que se dejaron : No
me he separado de estas botas desde que decidí sacarlas del armario y
ponérmelas. Estaban mezcladas con todos los demás zapatos y, sin una razón
especial, una mañana me dije: hoy, éstas. Y desde entonces el día ha empezado
cuando me ataba los cordones como si fuera me esperara alguna misión especial.
Pero no : el Excel. Sin embargo, un buen nudo mantiene una tensión en los pies
que se transmite a los dedos y de los dedos a las teclas y de las teclas a los
números, que cuadran sus decimales como obedientes escuadrones listos para
desfilar por cualquier informe al que se les mande.
Ahora puedo ceder a la tentación de
trabajar en casa con ese uniforme que no es ya el pijama pero no es todavía la
ropa con la que saldría a la calle. Una combinación a la que le da igual estar
planchada o conjuntada. Lo normal sería añadir las zapatillas para patinar
sobre este mundo de lo doméstico, pero hacerlo sería dar un paso atrás y la
mejor forma de reclamar la tierra que fue tuya, en lo que llega el momento de
reconquistarla, es caminar por la casa con camiseta, pantalón de pijama y las
botas. Con los cordones bien atados.
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