Todos los cumpleaños deberían celebrarse en
lunes : Porque todo resuena un lunes. Un viernes hay que competir contra el
ruido que crea el propio viernes para subir la intensidad. Pero el lunes. En
ese silencio del lunes se podría escuchar a través de la pared a una madre
hablándole a su hijo mientras le seca la cabeza. Cualquier cosa: un menú de
quince euros en una terraza a la que somos los primeros en llegar, veinte
minutos esperando a que Lucía y Daniel se pongan de acuerdo sobre la tarta, el
cuidado con el que la dependienta me la entrega en su caja, las llamadas de
teléfono (todos los amigos y familiares, cada uno en su órbita, se alinean),
una foto a un árbol al que las hojas parecen habérsele caído hasta la mitad del
tronco, la canción de Antonio Vega con la que arrancan en “Hoy empieza todo”
como homenaje al día de su muerte, el primer párrafo de “Antigua luz”, el libro
de John Banville que empiezo hoy, Daniel que me dice que hoy ha utilizado un
compás en el colegio por primera vez, el placer de pagar con las monedas
justas, sin cambio, el helado de chocolate blanco que Lucía se pide, el tema de
Styx que llega desde la cocina mientras espero a que me entreguen las dos
pizzas que he encargado “take me down to my boat on the river and I won´t cry
anymore”, el mismo deseo de estos últimos años al soplar las velas, los trozos
de pizza que cada vez son más pequeños para que duren más, el mismo deseo.
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