Fiesta, a la sazón: Deberían hacer un
descuento por servirte el último bocadillo de jamón serrano que queda en el
autoservicio del hospital. No puede valer lo mismo el que se compra a primera
hora, con el pan todavía caliente y crujiente que éste, al que, más que
comprarlo, parece que lo hemos rescatado. A la cajera todo esto le da igual: marca
un código y le sale un precio fijo, ajeno a las condiciones externas, con el
que se le podría pagar un máster en finanzas a algún gorrino del establo.
Pero nos han atendido antes de
tiempo, las pruebas han sido rápidas y la tarde nos regala una hora con la que
no contábamos. Podríamos utilizar este tiempo útilmente, claro, pero no. Es
aquí donde hay que estar. Una merienda en un hospital con unos servicios que ahora
no necesitamos, como el que tiene la compañía de un portaaviones mientras pedalea
en la barca por la zona tranquila de la playa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario